DIARIO DE CADIZ

LAS HORAS TENDIDAS


Marruecos

Marruecos es la nariz menesterosa de África que se roza con la barbilla caliente de Europa como pidiéndole algo, una caricia de humanidad o de recuerdo. Pero el norte, para mirar al sur pobre y negro, siempre se pone los guantes de látex y se vacuna de cosas con asquito. Para Europa, Marruecos es una poza de moscas y alfanjes, y por eso Aznar, desde allí, nos dice que va a frenar la inmigración, que va a cerrar los pudrideros de la miseria, que es lo que hace siempre el rico con el pobre, ponerle vallas altas tras sus cabañas para que no se le cuele a venderle clines o collares, a contaminarles el bienestar con el paludismo de la indigencia, que da unas fiebres lánguidas de fastidio y desagrado, como una jaqueca de marquesa. Mientras, se nos siguen muriendo inmigrantes en las playas como cetáceos tristes, como una pleamar de carne hinchada y hambrienta que asusta a los chiquillos por la playa.

La inmigración no se para poniendo cerrojos, que la necesidad siempre da fuerzas para romperlos, sino consiguiendo que el pobre sea menos pobre y que no tenga que hacerse un hatillo con su hambre y lanzarse desnudo a tragar agua por no seguir escuchándose las tripas. Marruecos nos escocerá mientras siga en su zoco de pobreza, y de esto no parece darse cuenta ni Aznar ni la UE, que sólo ven una cesta de pescado y el grito de sangre de El Ejido o Lepe. Debe ser que el centro sigue con la tortícolis de la derecha y le salen todas las ideas de mercader o de policía.

Aznar, el nuevo ministro a caballo Arias Cañete y el comisario Fischler tienen pendiente un acuerdo pesquero que necesitamos desde Cádiz a Galicia, pero ése no es nuestro mayor problema con Marruecos. El problema de verdad es cómo conseguir que Marruecos desguace las pateras por inútiles y no vuelva a necesitar echar mano de La Farola o de este chantaje de pobre de peces y tomates.

 

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