Los días persiguiéndose
Luis Miguel Fuentes

8 de enero de 2004

Cielo y tierra

Han terminado las Navidades con los meteoritos partiendo el cielo y los políticos partiendo la tierra, cumpliendo los dos con su oficio de catástrofe. Parecen señales bíblicas, pero no lo son. El cielo se cae sobre el mundo desde siempre, una piedra celeste mató a los dinosaurios y nos elevó de pequeñas ratas a dueños del planeta. Novas y cometas señalaron reyes y provocaron la zozobra de imperios, o así lo creían los que veían una espada de fuego arriba, quebrando la cristalería musical e inmutable entre la que viven esféricamente los dioses. Se llegó a decir que los cometas eran el vapor de los pecados del mundo, que se acumulaba y ascendía espesamente hasta llegar a las altísimas narices del propio Creador, gran fumador de crueldades. Cada generación cree que es la última, cada siglo tiene su fin del mundo que ha ido pasando por lo caníbal, por lo gótico y por lo astronáutico. Pero el cielo cae sobre el mundo desde siempre, igual que los políticos parten la tierra desde siempre. Son dos verdades igual de universales y cuando se emparejan, como ahora, sólo se muestra la simetría y el cansancio del cosmos, que siempre da las mismas vueltas porque no hay otro sitio donde ir. Las centellas que han asustado a los cabreros parece que estén anunciando el Armagedón, el descosimiento del país o más guerra global del hombre vestido contra el hombre descalzo, pero se limitan a decirnos que nada cambia, que vienen estrellas o políticos con velocidad y ceguera, y que la arena rellenará los cráteres de lo que quede.

El firmamento tiembla como agua boca abajo y esa pléyade o nube de electrones que es el PSOE va dividendo con rayas de fuego y galaxias de un solo pueblo un país en el que uno no es que vea una Patria, pues la Patria no es más que una como primera novia de un melancólico, idealizada y reconstruida a través de noches y olores, sino un proyecto que no ha funcionado mal. Esta España que todavía resiste a sus políticos y a los rayos cósmicos ha logrado recuperarse no ya de la lacra de autarquía y pan ácimo del franquismo, sino de un atraso que venía del XIX. Y eso no lo ha hecho cada provincia por su cuenta, como nos vienen vendiendo algunos alcalduchos o reyezuelos. Mucho sabemos los andaluces cuánta orgullosa “nacionalidad histórica” ha levantado sus velas con el braceo de nuestros emigrantes. Ese repartir dividendos de ahora, ese comer aparte de los ricos que decía Boadella, cuando ya han hecho su bolsa, es sobre todo una injusticia. Y la capitanía de Chaves en este asunto es patética y macabra, porque es un pobre traicionando su orgullo de pobre, que es lo único que no se puede perder cuando no se tiene nada. Perdón, habría que aclarar que la pobre es Andalucía, no Chaves, que lleva décadas proveyendo su propia oligarquía y a lo mejor es por esto que le da lo mismo. 17 agencias tributarias para que cada califa controle todo el dinero en hazas de su feudo, y ahora también 17 tribunales superiores inapelables, que es más grave: en un país donde la división de poderes no existe en la práctica, eso equivale a la impunidad absoluta para los prebostes de cada autonomía/nación. Esto es una pitancería en toda regla. Desde Zapatero, nunca creí que el PSOE se pudiera equivocar tanto.

Los meteoros del cielo, como siempre, no nos traen nada nuevo, porque todos nuestros miedos y maldades se repiten por sí solos. Sobre todo la maldad más humana: el egoísmo. Desde el espacio, a la Tierra no se le ven las fronteras. Eso, como los augurios, como los dioses, como la política, son inventos nuestros. No sabemos qué acabará destruyéndonos antes, si el cielo o lo que hacemos aquí abajo. Apuesten.

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