Los días persiguiéndose
Luis Miguel Fuentes

  8 de julio de 2004

Enciclopedia

Presentan la Enciclopedia General de Andalucía y Chaves nos dice que eso significa que la Segunda Modernización está en marcha. Pero nuestros políticos siempre parecen enfrentarse a los libros como babuinos o talabarteros, y la Segunda Modernización se centra mayormente en que hay que tener grandes velones en el cajón por si se apaga todo como si se apagase la luna. En el peso de las enciclopedias se quiere recordar siempre a Diderot, Voltaire y las luces de la Ilustración, que eran otras luces diferentes a las que nos da y nos quita el monopolio eléctrico con sus cables viejos y sus contadores como los relojes monstruosos de un torreón. Sin embargo, el enciclopedismo viene de más lejos, está ya en Aristóteles, que es poco moderno, no sabía nada de Internet ni de Zarrías y además creía que los cuerpos caían según su peso, quizá porque no tenía el Campanile de Pisa para probar, como dice la tradición apócrifa de Galileo (en realidad Galileo estudió la caída libre con planos inclinados). Veo en la foto de la presentación a Chaves, a Cándida Martínez y a Monteseirín mirando la enciclopedia, y ninguno se parece ni al estagirita, ni al de Pisa, ni a aquellos franceses que cambiaron el mundo con su mixtura de sabiduría y veneno. Lo que sí parece ser esta enciclopedia es una forma amazacotada y berroqueña de los trípticos de la propaganda autonómica, donde Chaves saldrá seguramente a caballo y donde Andalucía será un Camelot con olivos y bungalós. Pero uno cree que la verdadera Enciclopedia General de Andalucía sigue siendo el ensayo de Don Antonio Burgos, “Andalucía: ¿Tercer Mundo?”, con menos morerías y más verdades.

Entre las glorias que nos ha traído la Autonomía está la pueblerinización de la cultura que esta enciclopedia ejemplifica. Si el enciclopedismo lo que pretendía era la síntesis del conocimiento humano para escribirlo todo en una nuez, estas obras como de caja de ahorros lo que buscan es la reducción del mundo hasta su tamaño provincial, con todos los héroes de la Historia tras la misma cordillera. Pasa ya en los temarios de nuestros jóvenes, que ven mucho Estatuto y mucha épica del referéndum y del Parlamento andaluz, esa gran escalinata para la siesta, pero creen que Napoleón es uno que juega en el Boavista. Si Isaac Asimov o Carl Sagan soñaron con la Enciclopedia Galáctica, Chaves sueña con una Enciclopedia en que todo comience con la Junta y antes sólo estén los dinosaurios un poco mezclados con los fenicios y los volcanes. De ahí la “visión renovadora” y “lo novedoso de recoger la historia de los últimos 25 años de Andalucía, la de los hombres que han contribuido a su desarrollo”, que dice el director de la cosa, Antonio Ramos. Unos tomazos, pues, al servicio del poder político, siguiendo la corriente que lleva toda la cultura, tan repleta de bardos y de poetas del mitin que son igual que ese poeta de la mousse de la tele. No hay que inspirarse en la Enciclopedia de la Ilustración, que es cosa de masones, sino en la Enciclopedia Álvarez, y esto lo saben muy bien nuestros prebostes.

Andalucía en una enciclopedia da para más miserias que hazañas y para más trincones que matamoros, sobre todo de 25 años para acá. Pero se trataba de hacer una enciclopedia torrefacta y una propaganda metida entre serranías castizas y patios con leones. Quizá no importe. En una Andalucía que no lee, la cultura es un tetrabrick y las enciclopedias, pisapapeles.

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