Los días persiguiéndose
Luis Miguel Fuentes

1 de diciembre de 2005

Augurios

El PP ha escrutado los signos del cielo, los círculos de las aves, pero las encuestas hablan como las sibilas, en hexámetros con acertijo, en un lenguaje de los dormidos. Ni siquiera hoy la política puede prescindir de adivinaciones, que desde antiguo sabemos que tienen su poder en la sugestión. Hasta César hacía caso de los augurios, no por no mandar a sus legiones contra el destino, sino por el efecto que tenían en la moral de la tropa. Los augures interpretaban el vuelo de los pájaros, eran su campo la política y las batallas, marcaban los días fastus y nec fastus; los arúspices veían los cataclismos en las vísceras de los animales sacrificados. Hoy se hacen encuestas cocinadas o maquilladas que tienen el mismo olor que el corazón de una paloma. Toda adivinación se basa en el ambigüedad, en la oscuridad, en la probabilidad y en la fuerza de la profecía autocumplida. No se refleja en ellas el movimiento de ruecas del Hado misterioso, sino los propios deseos y miedos humanos. El PP, igual que Héctor, quizá ha visto un águila dejando caer una serpiente ensangrentada. A pesar de ello, Héctor atacó el campamento griego y Arenas se estrellará otra vez contra el murallón del PSOE.

El PP andaluz ha sacado una encuesta en la que recorta diferencias, se acerca de lejos y muerde un poco los tobillos del PSOE. Arenas se mueve mucho por los pueblos y los escándalos y ahora viene a enseñar su cosecha que es un triunfo escaso, otra promesa muy larga y otro conformarse con este diploma de eterno segundo. Arenas, un poco pescador de almas, se enfrenta a toda la historia caballista de su partido además de al mazacote del PSOE regional y va dando pasitos muy cortos hacia la meta de quedarse igual que está, que es poca cosa. Uno no ha visto la revolución que esperaba en este PP andaluz y los puntos que les quitan a los socialistas creo que vienen más por el mosqueo general de los españolitos ante el Estatut que por la oposición algo triste que hacen. Arenas, su partido que es demasiado su sola imagen plateada, ha olvidado que el PP tiene pendiente en Andalucía un cambio más hondo que su portavocía y su kilometraje. Un cambio que debe afectar a las personas, a los modos y hasta a los peinados, pues para conquistar ese centro movedizo sin el que el PP no pasará nunca de su “techo” de derechona y pequeña burguesía, aquí en Andalucía hay que escarbar más y con más ganas. Nueva gente, nuevo discurso y nueva presencia le siguen fallando al PP andaluz. Y los detalles, los pequeños detalles. No sé cómo lo hacen, pero todavía huelen a derecha perfumada de domingo y no hay manera de que Arenas ni nadie acabe con eso. Sanz y Zoido parecen demasiado gordos, demasiado engominados y se ponen demasiado esas chaquetas de hijo de bodeguero para que la Andalucía rural, que es donde fracasan, vaya a cambiar su voto. Y sobre todo, Arenas no ha sabido limpiar los pueblos de su pijerío eternal, de la rodada del señorito.

Al PP andaluz le consuelan las encuestas de pequeños saltitos, pero la verdadera alternativa que aquí haría falta por higiene democrática, anda lejos. Llorar por Pimentel o por Amalia Gómez, como hacen algunos, creo que ya no sirve. Que miren al cielo, pero así, el águila, animal de Zeus por ser el único que vuela hacia el sol sin cegarse, no se les aparecerá más que para dejarles caer otra cabeza de culebra.

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