El Mundo Andalucía

Los días persiguiéndose
Luis Miguel Fuentes

26 de octubre de 2006

Consenso

Después de ese tiempo de costureras que se toman los políticos, llegó el consenso, esa paz de los generales que no tiene por qué ser en principio del todo buena ni mala pero que nos deja sin guerra, y eso ya es algo. Asumido que el Estatuto no nos salvará de nada, agradeceremos al menos el silencio y apartar los ojos del sol de las banderas. Esto ha sido un novelón, un entretenimiento en torreones, unos meses de arqueología y bordados, y veremos a qué se dedica ahora nuestra casta partitocrática sin poder echar mano de los espíritus, de los olores de la Historia, de los ríos que traen murallas y viejos moros flotando en sus caballos. Tendremos un Estatuto muy prorrateado, en el que nada será como parecía que iba a ser sin dejar por ello de ser lo mismo. Pero la cosa estará en comprobar si hay política después del verso, si se ha estado escribiendo sólo para las arañas de la biblioteca, si este Estatuto será otra lápida o moverá algo en Andalucía. Esto es lo que duda uno, porque la política siempre se acaba con la foto y foto ya tenemos, que hasta parece un velázquez o una santa cena.

Insistiendo en que la política debe ser acción y en este Estatuto hemos visto de momento misticismo más que nada, resulta sin embargo curioso repasar qué puntos o versículos han estado atrancando el acuerdo y qué palabras han terminado desatando el nudo, porque ahí están las prioridades de nuestros partidos escritas con la tinta del Diablo. Así, constatamos que fueron más fáciles los dineros que la ontología, más importantes los adjetivos que los porcentajes y más trabajoso el forro que el articulado. Entre el ser o el hacer, los políticos se pelean sobre todo por el ser y parecía que de entre nuestros numerosos problemas el principal era tener un retrato. La “definición” de Andalucía, el retruécano de la realidad nacional, esto es lo que estaba consumiendo las últimas velas. Al menos se han dado cuenta de que las patrias no son sino que se inventan, pero de todas formas una larga reunión de señores pesando las palabras para que no se les caigan las estatuas que cada uno tiene de España y de Andalucía no deja de resultar pueril. Unos querían explotar el esencialismo para hacerse capitanes sentimentales de la Autonomía y otros no querían mover mucho la cama de la España eternal en la que han dormido todos sus abuelos como aquejados de una histórica y gloriosa gota. Como ven, algo importantísimo para nuestro futuro... Quedándose unos con la realidad nacional que encontraron en un viejo rollo de película y otros con la indisolubilidad en la que seguirán descansando sus abuelos, todos contentos. No nos hará esto más felices ni menos pobres, pero ya tienen los políticos el frontispicio melancólico al que sus fieles podrán mirar arrobados.

Y las otras piedrecitas, la “enseñanza laica” o la “muerte digna”... No ya los problemas de la educación o la sanidad, sino que al PP le parecía que los crucifijos como llamadores tenían que quedarse y que hay que morirse cuando Dios quiera, que si no también se molestan los abuelos. El PP habrá enterrado a Lauren Postigo, pero si no van agarrados a una sotana todavía no saben caminar. Pues esto es lo que les ha estado llevando de una tarde a otra, más que todo lo que queda por hacer en este barbecho que es Andalucía. Consenso, bien; el PP que ya no va de malote centralista y aguafiestas, bien. Que sirva para algo, con nuestros partidos concentrados en tocar sus liras, eso es otro cantar.



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