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EL CINICO


Las izquierdas

Lo malo de esta derecha que nos gobierna es que quiere desnudar a la política de ideologías, dejarla en los huesos tristes del trasiego de las gestorías y las oficinas, y así ir ganando elecciones. El PP se ha hecho un bonito canesú con sus hechos, con sus bajadas en las hipotecas, con su euro rumboso y su macroeconomía tan arregladita y coqueta, y ese canesú quiere ponérselo de mortaja a las ideas, a los principios, que son cosas que le suenan antiguas y revenidas. La derecha aseada, funcionarial y práctica que tenemos nos deslumbra con el cartapacio de sus cuentas sin borrones y la musiquilla gloriosa de los rodillos de sus calculadoras, esa polifonía del tintineo de los duros y las risotadas de los banqueros, y se cree que ahí se queda la política, que todo es cuadrar los balances y fumarse luego un puro petulante y pestoso con los pies encima de la mesa. Es un liberalismo chachi que en el fondo piensa como Hans Tietmeyer, presidente del Bundesbank, que decía que los políticos tienen que hacer lo que digan los mercados.

Así les va, o sea, con un techo electoral que no superan porque -no se enteran- el voto en España sigue siendo, en gran parte, ideológico. Cuando el Gobierno se hace el sueco en el caso Pinochet, cuando no se condena el golpe del 36, cuando la gente contempla escandalizada el saqueo y la especulación de Telefónica y a esos nerones de los directivos tumbados en el triclinio con las "stock options" chorreándoles por la papada, muchos españoles cogen el paletín y las bovedillas y les bajan todavía más el techo, sin importarles lo bonitas y redondas que estén las cifras, que pueden poco contra los principios y la vergüenza.

La izquierda sigue siendo el abrigo ideológico español, que la ideología de la derecha se queda en los rosarios en familia y en las estampitas del Papa. Los ideales de igualdad y libertad son cosa de la izquierda, siempre lo han sido, y es gracias a ella, a sus guantazos, huelgas y revoluciones, que tenemos una Constitución y una democracia más o menos buena o más o menos mala. Cuando a Aznar le empezaba a salir el bigote, estaba muy feliz con el saludo romano, y así hubieran continuado él y otros muchos sin el porculeo de la izquierda. Cuando uno está cómodo, no se cambia la postura a menos que te den un codazo. Y buen codazo el que le dieron, por ejemplo, a Fraga.

Ahora, Almunia quiere unir la izquierda, o sea, las izquierdas, que hay varias aunque tampoco tantas. Es una buena idea, que, como muchas buenas ideas, se estropea por las maneras. Lo de Almunia, más que una propuesta de unión, era un intento de fagocitosis, un ninguneo bochornoso para IU, a los que se querían merendar abusando de su endeblez. Sin embargo, la izquierda uniéndose con sus principios de igualdad y humanismo frente a la derecha biencomida, ostentosa y nacionalcatólica es algo nos suena bien a muchos. También la derecha se unió para formar este PP que acoge desde el centro-derecha moderado hasta los fachas de banderitas y cara al sol con el polo de Lacoste, y ahora, fíjense, van de propietarios de la Constitución y las libertades.

Lo malo son las izquierdas que tenemos por aquí. Una, el PSOE, es una izquierda que nunca gobernó bien, ni como izquierda ni como derecha (sigue sin hacerlo en Andalucia, por ejemplo, donde se comportan como señoritos de cortijo y nos tienen a la cola de Europa) y que, encima, dejó una ristra de chorizos y de amamantados en los despachos como nunca en la historia. La otra, IU, o sea, el PCE, todavía hace discursos con Engels y quiere ponernos koljós en las barriadas. La izquierda española se ha pervertido por estribor y se ha anquilosado por babor, y nos ha dejado sin una socialdemocracia coherente y esperanzadora para plantarle cara a este PP que no está haciendo las cosas tan mal pero al que no se le va el tic pavoroso de la derechona más rancia.

Ahora cuando escribo, parece que el pacto PSOE-IU se va al garete, y quedará la cosa con alguna declaración de buenas intenciones. Pero mantengo la esperanza de que, si no ahora, las izquierdas nos den un día un híbrido interesante: la austeridad de IU sin los patinazos del leninismo, Anguita con un remojo de tercera vía, el PSOE desbestiezado por la ética de IU... Algo así, no sé. Aunque lo mismo el crío sale con los ojazos del padre y la gracia de la madre que con la mala leche del padre y la bizquera de la madre, claro.

 

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