LA BAHIA DEL MAMONEO (BAHIA DE CADIZ)

LA TRAMPA DE ULISES


Arias Cañete

Al cuaderno azul de Aznar, como a la libreta de Van Gaal, se le suponía una caligrafía de misterio y poder, la caligrafía redonda y monacal con la que se escriben los destinos. Pero la intimidad no es más que una vulgaridad que se desconoce, y los secretos, la obviedad envuelta en un celofán de sorpresa. Al final, de la libreta de Van Gaal salió una defensa a la que volvió a hacer bailar el Valencia y del cuaderno de Aznar salió una hornada de ministros bastante previsible, una alineación sin sustos.

Aznar hizo, como se pensaba, un Gobierno de centristas y comunistas arrepentidos, un Gobierno joven, fresco y riente, como una orla de majorettes del nuevo liberalismo. Sin embargo, en un despiste, se le coló un ministro como una cresta de barbas de lo que queda de la derecha, un jerezano que no nació en Jerez, un indiano tirando a señorito que se fue a hacer las Américas de Bruselas y que le pone a la foto del Ejecutivo un brillo de aristocracia caballar, de cosmopolitismo campero.

Arias Cañete, nuevo Ministro de Agricultura y Pesca, viene al Gobierno pasando por el purgatorio o pista de entrenamiento de Bruselas, que últimamente sirve para que todas las futuras vedetes de la política hagan muslos y templen voces, como Rosa Díez. Digo yo que Arias Cañete se fue a Bruselas a empacharse de burocracias y traducciones simultáneas por no seguir aguantando a Pacheco, que le hacía la competencia en eso de ser señorito. Porque Arias Cañete va de señorito. Se pasea bacilón en un Morgan y se mueve grácil entre la aristocracia de los Domecq, muy bien timbrado en las risotadas del Falcon Crest jerezano. O sea, que de centro, nada, que eso es una mariconada: de derechas de toda la vida. Eso de hacerse de derechas siendo hijo de carpintero o albañil es un esnobismo. La derecha verdadera, pulcra, educada, que sabe mirar como hay que hacerlo a un obrero en alpargatas, es una cosa de sangre, una hemofilia que no se adquiere con cursillos o cargos, sino con el ADN mitocondrial.

Arias Cañete fue de las escuadras de Hernández Mancha cuando aquello de AP estaba que si se quitaban o no el camisón de Agustina de Aragón, que si se dejaban en casa o no los misales del nacionalcatolicismo, todas esas cosas que tuvo que hacer la derecha en la postransición cuando se dieron cuenta de que había más curritos que banqueros y que, si seguían como estaban, en democracia se iban a comer lo que se comió la Chana. A pesar de esto, de ser de los "malos" de aquella época, Aznar, con su asexualidad ideológica, le da ahora una cartera y lo pone de largo pisándose la cola del conflicto pesquero con Marruecos. Menos mal que Arias Cañete conoce mucho a Fischler, se ríe mucho con Fischler, hasta se parece mucho a Fischler, salvo en que el jerezano sí sabe distinguir el aceite de oliva de la manteca colorá. En Barbate, el nuevo ministro dijo que intentará hablar con el oso mantecoso Fischler para impulsar un intento de acercamiento para que se den las circunstancias adecuadas para consensuar las bases que asienten la posibilidad de un encuentro que de pie a un acuerdo con Marruecos. O sea, que empieza bien.

Dicen que Arias Cañete es un hombre con experiencia, eficiente y dialogante, y además con ese mundo que dan las recepciones de los embajadores y las bolitas de Ferrero. Puede que sea así, pero no me dirán que no tiene guasa encontrarse dirigiendo la agricultura y la pesca, ese pozo de pobres, a un señorito jerezano con suegros a caballo. Bueno, a lo mejor ya era hora de que saliera en las portadas un gaditano que represente lo que es de verdad la provincia.

 

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