LA BAHIA DEL MAMONEO (BAHIA DE CADIZ)

 


El cante de la Llave

 

Como un par de patriarcas tristes y viejos, como una alegoría con vara de todo lo que se habla en las hogueras del PSOE, los dos con su ley diferente y nocturna, con la navaja en la media y un recuerdo de familias matándose, estuvieron Chaves y Román entregando la Llave de Oro del Cante a Camarón, a su viuda, a su pueblo, a Camarón que a lo mejor en vida no hubiera aguantado tanto paripé y se hubiera largado pronto a echarse un cantecito. La política no sabe de arte, no entiende de arte, salvo algún ex ministro que tocaba a Chopin para humanizarse él mismo y humanizar de camino algún esqueleto blanqueado que guardaba en un arcón, ese ministro de aquel gobierno que no vendía cá, sino que la utilizaba para enyesar muertos. Para los políticos, el arte es otro párrafo en los presupuestos (presupuestos copiándose a sí mismos en el eterno círculo del poder), y vienen a estas cosas para justificar una factura y retratarse como si estuvieran inaugurando un puente o poniendo un busto en una plaza, todo para aplaudirse a sí mismos aprovechando el coro de gentío y suspiros.

La polémica de la Llave del Cante ha sido una polémica de vivos y muertos, que todo era querer resucitar al muerto para ponerle una medalla que ya no le sirve para nada, o querer dejar al muerto descansando su muerte y su fama como un rey pálido del flamenco. A Camarón, después de todo, quizá le pegaba una resurrección, por lo que siempre tuvo de Cristo contraído y sufriente. Y a Chaves y a Román les pegaba también mucho el ambiente, que están acostumbrados los dos a tener una nutrida nómina de palmeros y jaleadores (ya hemos visto sus congresos como una zambra), y a que sus decisiones no se discutan como los patriarcas resabiados que son, de ahí el largo peloteo al pueblo gitano, que no sé yo si vota mucho o poco y a quién.

Lo de la Llave de Oro ha sido un cante, el cante que han dado Chaves, Román y Carmen Calvo queriendo a toda costa hacer una procesión con el cadáver maquillado de Camarón, para echarse flores ellos y buscarse gracia en el Cielo, un Cielo en el que se supone que no creen pero que también da votos y por eso merece la pena, de vez en cuando, una oración fingida o una varita en un paso de palio. Al final, la Llave fue para los vivos, los muy vivos de Chaves, Román y sus palmeros. Fotos, minutos en la tele y ese porte de buena gente que se les queda a todos los que agasajan a los muertos. Lo de menos era Camarón, Camarón que se quedó en estatua ausente, moruna y silenciosa, presidiendo el mitin como un crucifijo. Eso fue lo más triste, lo de estos payos saboríos y lacios, que a veces son más cortos que un fandango del Pinto.

 

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