CAMPAÑA ELECCIONES ANDALUZAS 2004
Luis Miguel Fuentes

 11 de marzo de 2004

LOS CANDIDATOS

Valderas

Fue presidente del Parlamento andaluz durante la pinza, aquel movimiento naval contra el PSOE que hizo de la legislatura una escena de catapultas y caricias con asco. En aquel ambiente de cocodrilos, un ataque de risa floja sacó un día a nuestros diputados en todas las televisiones del mundo como esos japoneses que se dan de mamporros. Desde la pinza hasta buscar ahora, discretamente, el gran beso de anaconda del PSOE, ha ido Izquierda Unida por su laberinto. Valderas es otro hijo del 79. Tiene la osamenta del comunista que lo aprendió todo con las manos en una cooperativa y llegó a las primeras alcaldías de la democracia después de largas nieves y hogueras, como al palacio de los últimos zares. Cortaba las carreteras en su pueblo, Bollullos del Condado, y estuvo siete días en la cárcel, cuando todavía la cárcel daba mártires y tocadores de quena, por defender el empleo comunitario como una última dignidad de los descalzos. Parece un entrenador de alevines y todavía cambia tiernamente las eses y las zetas. Descubrió que una cosa es el comunismo directísimo que se hace en el pueblo y otra pisar la alta moqueta de la Autonomía, dosificar la doctrina y la cicuta por entre los escaños propios o ajenos. Ha triunfado sobre la corriente crítica de Luis Carlos Rejón, que buscaba la distancia con el PSOE como con el traidor, o quizá, con menos espiritualidad y más listeza, sólo otra manera de repartirse los sillones. El cainismo y las tarántulas también han llegado a esa izquierda que se fue quedando sin sus padres barbudos con el final de siglo. Es el último capitán del rojerío histórico andaluz, en busca de luz y de sitio, tentado calladamente por la tibieza.

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