Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

23 de enero de 2005


Quintero y Buenafuente. Ha vuelto Jesús Quintero con su peinado de gato, con su silueta de cojo, haciendo de nuevo sombras chinescas con los invitados. Quintero coge a sus entrevistados siempre un poco dormidos o un poco borrachos, ablandados para la confidencia, y ese ambiente de entrevista en pijama es lo que uno más aprecia. Lo peor, sin embargo, es cuando le da por hacer esos monólogos de sonámbulo, donde cae en lo cursi, en la filosofía del vigilante nocturno y en una falsa poesía con más legaña que literatura. Quintero trajo a Farruquito, envuelto en una capa de romántica tragedia como un bandolero acosado por los migueletes. La vena trágica del andaluz está ya demasiado explotada, un poco como los suspiros del emigrante, y ahí equivocó el tono Quintero porque parecía querer decir que si el duende del artista llega con muertos, bienvenidos son como otros claveles. Pero casi peor que el andaluz mal embellecido por el rejón de muerte es el andaluz puesto de bufón o de retrasado, como en lo de Buenafuente. De Buenafuente han dicho que hace “humor inteligente”, pero a uno le parece más bien un tío soso y cansino que hace un humor como noruego que a lo mejor es catalán. Dentro de la “calidad” y de la gracia con birrete que se le supone, entra seguramente lo del otro día: una chica sevillana (“nuestra amiga andaluza”, recalcaba el presentador), que hacía sonidos y cantaba por Bisbal o Marifé de Triana, pero con la boca cerrada. Era como si le cantara dentro un viejo sin dientes, y para hacerle coro a semejante portento llamó Buenafuente a uno de sus colaboradores, un actor que hace un personaje que es como un Steve Urkel andaluz y operario, con cinturón de herramientas y orejas de soplillo. María de la O, cantaron en canon el viejo del estómago de la chica y el pretendido andaluz servicial, feo, obrero e idiota. A lo mejor el humor catalán consiste en que sean los andaluces los que hagan las gracias, igual que les han hecho las fábricas.


La piñata y la noticia. Quintero arrasó en el share, lo que aprovechó Canal Sur para volver a fardar en su web de cuántos programas (Punto y Medio o Arrayán, verbigracia) “lideraron sus franjas de emisión”. La estrategia de idiotización de la sociedad andaluza va muy bien y se traduce en hermosos percentiles. La audiencia es esa piñata de la que salen otras cosas, y todo tiene como objetivo que la gente “fidelizada” por el fandangueo se trague luego esos noticiarios como diseñados por un Lewis Carroll muy fumado. Tal como están el país y el mundo, las noticias de Canal Sur nos ofrecen, como contraste y alternativamente, el rico mundo de las barriadas y la Autonomía como una colina de los Teletubbies. Ahora les ha dado por abrir mucho con incendios de braseros, bombonas de butano, gente atropellada o que se cae o se tira de las ventanas, el navajazo que horrorizó a todo el bloque y en ese plan. Sucesos, o incluso el tiempo. “No llueve”, espeluznante titular tras la sintonía. Claro que luego aclaran que “la Junta adoptará medidas”. ¿Para que llueva? Vaya poder el de la Junta. Con estas cosas se les van los minutos, hasta que llega alguna cosa del Betis o, más frecuentemente, una inauguración de Chaves, que es la parte teletubbie que decíamos. Hay días en que a Chaves le sigue la unidad móvil de Canal Sur como el camión de los helados, y eso es todo el informativo. Chaves inaugura el Parque de Alborán, luego asiste a algo de una enfermedad rara, luego a otra propaganda azul de la Constitución Europea... Una vez que la audiencia está hipnotizada, todo esto les resulta en verdad importante y bello. No les van a gustar las cifras del share...


Gallinero. Los debates de Canal Sur siguen entre la tontería y el gallinero. La semana pasada, Mejor lo hablamos trajo el interesante tema de... los alimentos light. Actualidad incandescente, como se ve. Esta semana fue la adopción de niños por matrimonios homosexuales, que es buen tema, pero que el formato del programa termina convirtiendo en una batalla del morbo. Si se enfrentan dos trincheras, una con homosexuales activistas y apasionados, y otra con gente de piadoso ambiente opusino, de los de la familia como un portalito y de los de “eso no es natural”, lo natural es que se líe. Y se lió. Rafael Cremades perdió el control, hubo llantos, insultos y plumas volando. Mejor para la audiencia, claro. ¿No se trata de eso?


N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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