Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

6 de marzo de 2005



Somos Zapping

<big>Somos Zapping</big>

La gala. Del 28-F ya quedan las barreduras y un dolor de cabeza como de haber estado leyendo el Estatuto en una discoteca. Eso, y la sensación de que Rafael Escuredo vive ya en mi salita de estar, con su presencia de busto romano. De todas formas, comentar las medallas y los discursos, que ocuparon toda una mañana en la televisión igual que aquello de Gente joven, sería como comentar una misa. Por cierto, hay que ver lo raro que queda Javier Arenas en Canal Sur, que parece el fantasma de la ópera. Chaves y Zarrías simplemente salen, pero Arenas se aparece, y siempre como en un susto, de la poca costumbre. Pero hubo más en la programación especial de La Nuestra aparte de los minués institucionales y los botafumeiros a la andaluza. Curioso por ejemplo lo de la película Ocean’s eleven, historia de un mangazo, que no sabemos si era parte de la conmemoración. O El Patriota, del fundamentalista Mel Gibson. La Patria con casaca y fusiles es más atractiva, o será que nos van preparando para cuando Chaves tome las armas frente a Maragall, como en un choque de pelucas rizadas (¿pasará de verdad?). Pero la reina de la conmemoración, con sus más de cinco horas, unas horas como de estar escuchando un tamboril, fue la gala del domingo en Canal Sur, que ya empezó mal con la promoción, un anuncio realmente estúpido en plan Expediente X o avistamiento ovni, quizá por la nave espacial creen algunos que es Andalucía, o por tanto ectoplasma que se ve por aquí. Quiere uno dejar constancia del guionista que perpetró la cosa, que se llama J. Francisco Ortuño, por si hay un infierno de los guionistas que va tomando nota. La ristra de sketches fue como del peor cuarteto de carnaval que recuerden, pero después de sufrir una salvaje lobotomía. Paz Padilla, que aunque burda tiene su gracia, intentaba llevarlo con dignidad, pero el acompañamiento de tres como tontitos y unos chistes que ya serían bochornosos para una fiesta del potaje en el pueblo hacían de todo un ridículo despatarrado. Bueno, quizá no fue tanto el ridículo como una sensación de pena y desaliño, como la que dan los circos pobres y malos. Patética fue aquella supuesta promoción de los Juegos del Mediterráneo, como algo gimnástico en medio de La cena de los idiotas. Por lo demás, ya saben, Juan y Medio, el gran gurú del cutrelux canalsureño, muy orgulloso en su largura y en su insistencia, presentando toda nuestra cultura: La Pantoja, con su sonrisa de tirachinas y una ensalada por peineta; Manolo Escobar, que ya es como la momia de un playista, volviendo al Porompompero; Los del Río, con su cara como de estar comiendo gambas; El Arrebato (¿qué clase de enchufe tiene este hombre en Canal Sur, que no sólo hace las canciones de Arrayán sino que es ya como el barrendero de todos los platós?); Melody como la Ratita Presumida que creció... Y en ese plan. Lo de siempre, vamos, la fiesta del hogar del pensionista pero con pretensiones socializantes. Para otra vez, se podrían ahorrar el dinero y retransmitir directamente la Fiesta del Pimiento de mi pueblo, que es casi lo mismo y dan de comer.


Autobombo. No dejamos la gala, que tuvo su parte autobombástica entre el folclore y las payasadas. No nos referimos sólo a la propaganda estatista que ya se encargó de hacer al otro día Juan y Medio poco menos que agradeciendo a Chaves que pusiera aquí el Guadalquivir, sino a la autosatisfacción de Canal Sur, que no tiene pudor en ponerse como “lo mejón der mundo” en boca de sus diversos bigotes. Lo del liderazgo de audiencia, que es como un liderazgo de traperos, no sé cuantas veces lo dijeron. Pero el éxtasis vino con Manuel Campo Vidal, ese arrecogío, que subió al escenario a trovar la “calidad en la programación”, “la complicidad con la gente” y la “cercanía a sus preocupaciones y a sus inquietudes”. Observen la astucia: se trataba de unir Andalucía, su autonomía y su lucha, con Canal Sur, de manera que hacían de todo ello un pack que se vende junto y oliendo a pino, como algo de colonias y geles de ducha. No se dan cuenta de que su triunfo es el fracaso de la inteligencia, de la estética y de la libertad. O se dan cuenta y les da lo mismo, que es peor. En el primer caso son tontos y en el segundo, malvados.


somoszapping@ono.com


N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



[artículos] [e-mail]