Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

29 de mayo de 2005



Eurovisión. Carlos Lozano, especialista en guarderías musicales y juegos de la oca, venía a decir que no era el fin del mundo, y eso nos tranquilizaba porque uno no sabe si semejante acumulación de tambores y mal gusto podrían rajar Europa o todo el planeta de parte a parte, en una arcada. Son de sol terminaron por la cola, sitio muy andaluz por otra parte, como si en vez de sus bajos hubieran presentado alguna estadística económica, y la gran pregunta es si quedar de los últimos en un concurso de canciones horripilantes es bueno o malo. No contestaba a esto el presentador de sonrisa hecha a cuchillo, mientras los globos de la fiesta se desinflaban y las Supremas de Móstoles, con un inquietante parecido a Rod Stewart travestido, dejaban su mohín de consuelo o apoyo, esa solidaridad que parece que existe entre todas las cantantes churreras. Eurovisión, concurso donde todos parecen de Liechtenstein, estuvo este año lleno de canciones orientaloides, tribales, ruidosas y con muchas referencias calentorras que Beatriz Pécker parecía presentar con coña o retintín. La brujería de Son de sol en directo fue como elevar al cubo lo malo de la canción, el Pollo rapeando merecía terminar verdaderamente ensartado en un asador y el vestuario y la coreografía quedaban algo así como rebuscar garbanzos disfrazados de fichas de parchís. Eurovisión en España fue una cosa del franquismo y ha pasado de moda definitivamente como doña Rojelia o el Un, dos, tres de Kiko Ledgard y los Cicuta. En Europa resiste gracias a la multiplicación de pequeñas repúblicas y cantones que se ven esa noche magnificados con toda una mesa, un panel o una larga abreviatura para su nombre y su bandera. Pero aquí, ya sólo queda para el pueblo y para la fama de los padrinos de las niñas en la tasca. Tengo un amigo de Écija que me decía que la ciudad andaba revolucionada y los escolares quedaban en las pizzerías para ir luego a la plaza, a ser montón para las conexiones en directo. “Son de Écija, son de sol”, coreaban después del tortazo eurovisivo, pues cuando se fracasa por las alturas siempre queda el cariño de los vecinos y una tacita de caldo al regreso. Otras que formarán parte ya del museo o alacena de horteras sandungueros que vamos haciendo aquí como entretenimiento regional, como nuestra filatelia tomatera.


La pirámide. En las noticias de Canal Sur salió como la inauguración de una pirámide o el bautizo de un transatlántico estiradísimo y gratuito. Perales y Pizarro anunciaban con orgullo y desabotonamientos quizá otro canal de Suez, o la finalización de las obras de la Sagrada Familia o de la Estrella de la Muerte, ahora que La Guerra de las Galaxias nos invade de nuevo. ¿Era, pues, una plataforma hiperespacial, o era un gran sincrotrón para el pueblo, o el levantamiento de una ciudad en las nubes? Nada de eso. El peaje de Puerto Real a Jerez desparecía y ponían en las cabinas un cartelito de “pase sin pagar”, que eso a la gente le va a hacer mucha ilusión como si lo hubieran puesto a la entrada de Disneylandia o de un puticlub. Ea, pues ese cachito, ese rato, esa zancada de Puerto Real a Jerez, servía para convocar a todas las majorettes de la Junta y les daba para un eslogan por cada kilómetro. ¿Y hasta Sevilla, qué? ¿Eso, para cuándo? Imagínense la que se podrá armar entonces. Seguro que no liberan el peaje hasta Sevilla porque aún no saben cómo planificar tanta fiesta, igual que no saben en qué gastar toda la deuda histórica, que se la terminarán comiendo los ratones o los que trabajan aquí de ratones.


Déjà vu. Los del Río con la botella de vino en la mesa, con el rejoneador o el cantaor muy colorado, Isi Sayago con pendientes de alcachofa, con el grupo de sevillanas con las chaquetas reventonas... ¿El Mani, los Romeros de la Puebla, otra feria, la feria de dónde, con quién, ole, arsa, el arte, lo mejón der mundo, esa guitarrita y ese jamoncito? Esto ya lo he escrito, esto ya lo he visto, esto ya lo he vivido. Un intenso déjà vu me para el tiempo, me congela el instante como la foto de una catarata. Canal Sur es un larguísimo déjà vu con chorreras. Y todo un Consejo Audiovisual con enchufados o abrevados para esto. Cambio de canal como escapándome de un manicomio.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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