Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

10 de julio de 2005



Farruquito. Farruquito no fue nunca limpiabotas de señoritos, sino que debutó en Broadway con cinco años, con once menos que Shirley MacLaine. Nueva York lo recibe como a un dios egipcio con las estrellas en las manos y la revista People lo consideró una de las personas más bellas del mundo. Ahora pisa los calabozos porque la gloria suele elegir a personas oscuras o directamente malvadas para divertirse con la perplejidad que produce en los humanos tratar de sopesar la excelencia artística y la calidad moral. Vieja y falaz trampa ésta. También Richard Strauss era nazi y odioso, pero componía una música con la que se desperezaban los ángeles. Farruquito, gorrión moreno que se creyó Apolo por aplastar arañas invisibles sobre las tablas, niñato demasiado joven para ser dios y patriarca, pensó que la ley de los hombres vulgares no estaba hecha para aquéllos a los que las musas acarician el pelo desde la cuna. “A ése lo ponía derecho enseguida el abuelo”, me dice alguien que conoció bien a Farruco. No es el morbo cebándose en los tocados por el genio, no es la venganza de los mediocres como esa leyenda de Salieri con Mozart, no es la envidia de la plebe que gusta de ver a los grandes ahogados en mierda. Es simplemente que el hambre de justicia se acrecienta ante los que creen que están por encima de ella, que la humanidad está ahí sólo para besarles la túnica, que para salvarse pueden entremeter círculos de cuervos, silencios sicilianos, mentiras y maldiciones cocinadas por las viejas de la tribu. Por las televisiones, Farruquito pasea su Andalucía negra, ésa en la que una luna de sangre protege a sus cachorros. Pero su juicio no es el de Salem. En su familia o su etnia, puede que sea verdaderamente un dios y por ello escenifique ahora una crucifixión. Para los demás, quizá no pase de homicida cobarde con hechuritas. Así de puta es la vida, niño.


Orgullo gay (y II). El Día del orgullo gay la televisión se llenó de banderas, hombres orquesta y nalgas azules. Estas cabalgatas siempre me han parecido un pelín ridículas cuando la gente se empluma o se pinta de color de oro, pero también sería ridículo un día del orgullo heterosexual con tíos vestidos de cawboy de Marlboro y mujeres de mantilla, que a lo mejor eso queda igualmente un poco filogay, no sé. Pero disfrazarse de pollo no les quita la razón. Los decentes y demás legionarios del cristianismo de hisopazo siempre han estado obsesionados por el sexo, del que han hecho nada menos que el primer pecado, con la de pecados que hay. Uno piensa, sin embargo, que las acciones morales sólo deben medirse por la felicidad o el sufrimiento que producen y por la libertad que respetan o coartan. ¿Pero a ellos quién pretende destruirles la familia, quién les va a quitar el derecho a casarse con coro o a vivir según la hora que les da el rosario? Lo que no entienden es que sus leyes sagradas no lo son para otros; lo que no pueden soportar es que no se les reconozca moralmente superiores por el simple hecho de formar en el pisito un portal de Belén. El concepto de familia como Dios manda, un poco como granja, está muy bien para quien así lo decida, pero resulta que los humanos se aman, se juntan y viven según muy diferentes afectos y posturas, y en nada se estorban unos y otros si se sabe respetar esa libertad. Espeluznante resultó un reportaje en la televisión vasca, la ETB, donde lo anormal, lo antinatural y lo asqueroso llenaban la boca y la inquina de santos varones, señoronas, pijos y sacristanejos. ¿Cómo es posible tanto odio hacia la libertad de otros, cuando en nada afecta a la suya? En cuanto a Canal Sur, aprovecharon la fiesta gay para enlazar con reportajes sobre la evolución de los derechos civiles y, curiosamente, sobre la apostasía, por la que opta cada vez más gente ante una Iglesia intolerante, llena de prejuicios, superstición, rabia y bibliazos en la cabeza del infiel. Que uno esté de acuerdo con esto no quita para que apunte aquí lo raros y tendenciosos que quedaban esos editoriales ensartados en una televisión pública. Ya verán cómo la Humanidad no se derrumba porque se casen y adopten gays y lesbianas. Lo que sí nos han dejado estos días tan coloristas ha sido un amplio fondo documental que pronto dará tanta risa como el Nodo o la enciclopedia Álvarez.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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