Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

9 de octubre de 2005



El eclipse. Mientras en las demás cadenas el eclipse le saltaba un ojo a la gente, Rafael Cremades hablaba de la mili de un viejecito y proponía sus modelos de cartas de amor: “Querida Dolorcitas: Por la presente pienso mucho en ti...”. Como los eclipses no se inauguran y por aquí sólo se levantó la falda hasta el tobillo, La Nuestra le dedicó poca atención. Además, pensarían que tanta ciencia, órbita, eclíptica, a la audiencia de Canal Sur le iba a dar susto, que puede que creyeran que eran enfermedades nuevas de los huesos. Pero el acontecimiento cósmico sí tuvo otras presencias andaluzas. En Saber vivir, el ñoño Manuel Torreiglesias llevó a Olga Muñoz, del Instituto Astrofísico de Andalucía, que explicó la cosa de manera precisa y hasta algo sexy, como si la ciencia se diera un beso con los astros detrás de un sombrero. Por una vez, era el andaluz el que hacía de enterado, mientras Torreiglesias se perdía en música chillout, abogaba por “ponerse de rodillas y reconocer nuestra humildad” como si el eclipse fuera Dagón y pedía a otro invitado que contara “lo de los grifos”, que necesita su aclaración: El invitado, que creo que era médico, al parecer veía mucha relación entre el eclipse y esa leyenda que dice que en el hemisferio Norte los desagües forman remolinos en el sentido antihorario, y en el Sur al contrario. Esto, que sí ocurre para tifones o huracanes por algo que se llama efecto Coriolis, en un lavabo no se podría apreciar, a menos que tuviera un par de metros de diámetro y nosotros mucho tino y paciencia. Vamos, que influye más la marca del bidé. Pero mejor que lo de “los grifos” fue lo de María Teresa Campos, andaluza que destrozó en un minuto todo lo que explicó la minuciosa Olga Muñoz. Para aclararnos el fenómeno sacó la Campos a esa astróloga o vendedora de turrón que se llama Esperanza Gracia, que nos contó que lo que pasaba con el eclipse era que a algunos signos les iba a venir bien operarse, a otros cambiar de pareja y a otros abrir la ventana para que el sol entrara en su casa 9 como el fontanero. La Campos de divulgadora científica está más o menos igual que de profesora de aerobic.


Gavilanes. Son como la fantasía erótica de un mariachi mariquita, reparten feromonas en pastillas y son los únicos que necesitan menos razones que Conan para enseñar el torso, con unos pectorales que revientan las pantallas y los corsés de las damas, que es lo que da el culturismo cuando se hace en el establo. Es que no se puede ser más macho. Dos de los “gavilanes”, estos varonazos bombeadores que hacen una telenovela de sudar, montar y poner posturitas rebozados en diversos aceites, flujos y pajares, vinieron a España y recalaron en Sevilla, donde las niñas les pedían autógrafos en las tetas. “Los gavilanes revolucionan las hormonas en Sevilla”, decían en Antena 3 con la Campos enseñando una sonrisa que tiraba hacia lo vertical. Y ya todo fue un bajunerío de hembras de la tierra palmoteando con todo lo que tienen ellas para palmotear, invitaciones a pasar por su casa y otras ganas por la pata abajo. Qué bastas las niñas de por aquí, qué hambre de carne humana... Sevilla era una yeguada, una despedida de soltera, la reserva hormonal de una desconocida feminidad ensalivada, racial y desbragada. Como ven, lo que pasa es que a este cronista le puede la envidia...


¿Arenas? Sí, era Javier Arenas en La entrevista de Canal Sur. No se sabía si la sorpresa le desconcertaba más a él o a la presentadora, que parecía que tenía delante a un crionizado. Marta Artega hasta tuvo que explicar una especie de génesis, aclarar que el PP de Andalucía “es el partido más importante de oposición”, para la gente que no lo supiera y confundiese a Arenas con alguno que venía a hablar de las tortas de su pueblo. Claro, es que no se trata de los otros, los que van saliendo según el cuadrante. Arenas estuvo apretujado, porque la próxima le tocará con otro eclipse, y entremetía el cambio y el escamoteamiento de la deuda histórica mientras las dos periodistas le daban la réplica recordándole todo lo que había dicho el consejero de turno el día anterior. Le sacaron lo de Camas, lo pusieron de ogro con las listas cremallera y lo alejaron de Andalucía con las vallas de Melilla y el Estatut (“satanizado” por el PP, decía Arteaga). Pobre Arenas. Fue como una visita a los suegros. A ver qué esperaba...



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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