Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

12 de febrero de 2006



Nada por aquí... Era lo que nos hacía falta, la magia, ese patinaje de la infancia con sus hadas. Aquí, donde la deuda histórica aparece y desaparece detrás de la oreja del PSOE, donde los carretones se convierten en modernizaciones y Zarrías se materializa como el conejito blanco que es en varias inauguraciones simultáneas, no podría encontrase algo más atinado que un programa de magia en Canal Sur, que ha sido como ponerle por fin la capa a esa habilidad que ya tenía nuestra radiotelevisión pública para el escamoteo, los dobles fondos, el escapismo y los fogonazos. Nada por aquí, nada por allá, y de repente tenemos una Andalucía que levita entre palomas tecnológicas, un Estatuto como un aro redondo y vacío, un contrato de publicidad como la moneda de oro sacada de la nariz para los amigos. Shalakabula parece la puesta en escena de una larga vocación de fantasía, anchas mangas y sombreros dados la vuelta, y como programa es una buena idea, pero adolece de vicios y tics muy antiguos y nuestros. Paz Padilla, con su simpatía de garza, sigue siendo la graciosa que quiere meter la picha del otro presentador en una guillotina; las bromas con cámara oculta nos resultan ya un pescado muy pasado; dura demasiado y, además, el recurso a esos famosos rotatorios que van haciendo de azafatos o patosos con vendas y bichos por todos los programas cansa como los mariachis. Para el estreno trajeron a David Meca, vestido de cajetilla de tabaco, y a la inevitable María del Monte, abonada a estas cosas, que utilizaba de palabra mágica “sacalamula”. A María del Monte las barajas le quedaban como pareos de playa y las gracias como lentejas aguadas. La magia de verdad la seguiremos viendo en los informativos.


De cine. Han conseguido que todos los pueblos andaluces parezcan el mismo monasterio, el mismo castillo y el mismo barranco, y esa difícil tarea se habrá llevado sus buenas subvenciones. Andalucía es de cine, que es como un almanaque entremetido en la programación, pasa con avioneta por nuestra tierra a enseñarnos tejados, coladas y nidos de cigüeña. Parece que lo hace un gruísta que huye o un cámara que se cae, y sin embargo lo firma Manuel Gutiérrez Aragón, como dirigiendo con prisa lo que en cine se llama una segunda unidad. Al menos podrían cambiar la música, que siempre es Júpiter, de Los Planetas de Gustav Holst; o coger los textos de un pregón diferente. Todos los pueblos parecen el mismo belén. Más que de cine, nos sacan una Andalucía de caja de polvorones.


Cerrojo local. Las televisiones locales, gozo de peñistas, lunarismos, ferreterías y capillitas, no sólo son el primer calambre que nos da en casa nuestra idiosincrasia, sino una caza tan deliciosa para los políticos que hay pocas sin morder. La más vergonzosa puede ser la de la Marbella gilista, pero también los locutores de Onda Jerez se atragantaban ante la cámara cuando Pacheco perdió. Ahora, en Sanlúcar de Barrameda, oposición, sindicatos y asociaciones de todos los colores han tenido que formar una plataforma para defender a una cadena local, Pleamar TV, hecha por esforzados diletantes, del acoso del Ayuntamiento gobernado por el PP. A la emisora no le van a renovar el permiso de uso del centro repetidor, que está en unos terrenos municipales. Su pecado es dar demasiada caña, no sacar guapo al alcalde Juan Rodríguez, embarrarles el pueblo y la cascada artificial que aparece en otra cadena local, Telesanlúcar, en brazos del Ayuntamiento gracias a asociados y amiguetes interpuestos, y que es un continuo publirreportaje. A Javier Arenas, tan preocupado por la libertad de expresión, habría que preguntarle si también entran en su consideración esos pueblos en los que él decía que iba a empezar el cambio de cara de su partido. Pues todo eso falla en Sanlúcar, donde el PP local no sólo descorazona por su baja altura política y hasta humana, sino que anda muy entretenido en cerrojos y cinismos. Se desmarcan diciendo que el centro repetidor en realidad está contratado por Ondaluz, y que es Ondaluz la que desalquila. ¿Conocen eso tan viejo de “o ellos o vosotros”? Es que, en política, está ya todo inventado.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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