Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

5 de marzo de 2006



Pan con aceite. Fue como un plumier que nos estuvieron vaciando durante toda una semana. Un colorín, un elástico, un cromo, un trozo de borrador chupado, ese mundo infantil en el que los lápices se hablan y el perro se come la tarea. El Día de Andalucía fue un recreo de Canal Sur que duró mucho. Los reportajes de jornaleros mosaicos, las galas balnearias, esas escenas de políticos y banderas como sucediendo en una fragata, todo quedaba mocosete y pegajoso de caramelos. Vivimos la política infantilizada, donde Chaves es un rey mago y cualquier cosa puede suceder cuando Zarrías mueve la naricilla. El Día de Andalucía era en Canal Sur como un mural preparado largamente por el 4ºB y por eso la mejor imagen la encontré en un colegio: para celebrar el 28-F, los chiquillos comían pan con aceite. “Siempre es bueno hacer hincapié en lo que nos distingue, que son las señas de identidad”, explicaba al programa juvenil Acerca-t un profesor henchido de idiosincrasia y colesterol del bueno. El sentimiento andaluz empieza por el pan con aceite, ya ven. En realidad, no hay mucha distancia entre eso y la simbología oficial del verde por el verde o de ese nuevo Estatuto al que parece que ha llegado nuestra historia como subiendo una épica montaña, a decir de los socialistas o del programa Los reporteros. Nos despachan con un desayuno con los dedos o con un libro de magia potagia, nos ponen en la televisión calcomanías y nostalgias de chiripitiflaúticos del andalucismo. Nos toman por chiquillos, en fin. Y uno pensaba que, ya en la Tercera Modernización, el desayuno andaluz tendría una mijita de jamón, pero nada.


La gala. Canal Sur es la discoteca de un transatlántico, es una Eurovisión cruzada con un fin de año, es la fantasía o borrachera de un ventrílocuo tonadillero. No creo que nadie haga más galas que Canal Sur, pero siempre son la misma y cuando sale El Arrebato mi televisor acusa estrés postraumático. En la gala del Día de Andalucía Canal Sur se celebraba más a sí mismo que otra cosa y en la primera fila del público, Rafael Camacho, al lado de Monteseirín, parecía mirarle los bajos a todo su circo de pulgas y a su poder de comisario político, que llega hasta las vedettes. Juan y Medio, al que se le ha pegado la rijosidad indiscriminada y volumétrica de sus viejitos, presentaba la cosa como cogiendo culos y llamaba a compañeros al escenario para que volvieran a presumir de audiencias y andalucismo botijero. Baste como ejemplo Rafael Cremades, que se felicitaba de empanar la mañana con “la gente sencilla”, con “la gente de pueblos emprendedores” (!!!). Para qué volver a mencionar que salieron María Isabel, Andy y Lucas, Falete... Sólo diré que cuando quisieron ponerse didácticos, sacaron a los niños repipis de Juan y Medio a leer Platero y yo, cubriendo así la cuota cultural anual de su programación. Y cuando quisieron ponerse oscuros o vanguardistas, sacaron a Israel Galván, ese bailarín que hace unas coreografías como de caballo de ajedrez karateka, con todo un premio nacional de danza como otorgado a una pesadilla con arañas. Con el fondo de esos bombardeos que hace por los pueblos andaluces el helicóptero de Juan Lebrón igual que el de Tulipán, Israel Galván parecía esquivar erizos o terremotos, cosa que en Canal Sur sentían como un enjuague en el arte fusión. Larguísima e igualísima gala montada en el costillar vacío del pabellón del Futuro de la Expo, que ya es como una vaca muerta entre jaramagos. Simbólico lugar, ¿no creen?


Medallas y palos. Salieron los políticos a su saludable sol de banderas, sonaron los discursos de mantequita andalucista, colgaron las medallas a los varios hijos ilustres o incluseros de la autonomía. La mañana del 28-F en Canal Sur fue un misal de la oficialidad, pero lo que llegó a las televisiones nacionales fue la presencia goyesca y decrépita de una duquesa de Alba halagada por este socialismo señorito, enfrentada a las barbas y calzones de los jornaleros del SOC. “Delincuentes” los llamó la 20 veces Grande de España, que declaró haberse “ganado” el premio. Chaves defendió a la duquesa y a los obreros les mandó la policía de los palos. Magdalena Álvarez iba de la cintura de Cayetano, su hijo caballista o húsar. Vean la izquierda que nos manda.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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