Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

26 de marzo de 2006



ETA y la sonrisa de maíz. El alto el fuego de ETA, esperanzador o inquietante según se quiera ver a la serpiente frita o sólo dormida, fue como una bombona que explotó en la televisión y obligó a presentadores de informativos y a tertulianos a salir en pijama, que es que la Historia siempre ocurre a deshora. Con la programación descolocada, se fueron estirando los análisis o los horóscopos, las declaraciones a la pata coja de los políticos, el vídeo repetido de esos enmascarados como inaugurando un aquelarre o a una horca, e incluso las imágenes del viejo atentado fontanero de Carrero Blanco, así hasta empalmar con los telediarios. Claro que si uno andaba un poco despistado y a eso de la una y media larga se quería informar en Canal Sur, el panorama era otro. Ni comunicado, ni políticos poniéndose con prisa la corbata, ni imágenes de archivo con esos comandos como de caza. No, porque en Canal Sur, a esa hora de ese día en que la Historia parecía que soltaba sus grilletes, Maite Cadaval, que más que cocinera parece sólo churrera, estaba empeñada en hacer de las verduras algo atractivo para los niños y preparaba un plato que era un carita, con la sonrisa de maíz y los pelos de lechuga, una receta que parecía un Fruiti. Acaso Canal Sur esperaba consignas desde lo alto, acaso sus tertulianos se tenían que ir a recibir algún premio de la Junta, pero poner atravesados en medio de tan febril mañana una mazorca y unos ojitos de aceituna, justo cuando en las televisiones todo se movía como en una guerra naval, resultó ridículo. Cuando empezó el informativo, diez minutos tarde, enseguida dijeron lo de día histórico, eso sí. Pero como un día histórico es para ellos el de cualquier firma de Chaves para una cosa de células, no resultó nada impactante. Hablaban del alto el fuego, pero yo seguía acordándome de la sonrisa de maíz. O es que la presentadora también parecía un Fruiti.


Sexo o hipnosis. La vi delante de Joaquín Petit, que parecía algo arrugado freudianamente. La mujer poderosa en el sexo no es una fantasía, sino un miedo del macho. A partir el miedo del varón a la sexualidad de la mujer, a la vagina dentada, a la castración metafórica o no, se construyeron las morales monoteístas y se han forrado los del psicoanálisis. La vi y, antes de que subiera el volumen o supiera quién era, noté su carga sexual, igual que se notan la tentación, la belleza y el miedo en un revólver guardado. En televisión, con el sexo se puede hacer destape, chiste y hasta algo así como una floricultura clínica. Ya teníamos a Lorena Berdún, que es simpática como una enfermerita, que fue rompedora con su programa de sacar pichas de plástico pinchadas en sus largos dedos, pero que al fin y al cabo nos cuenta lo del sexo como a un lorito. Lo de esta mujer es otra cosa. La vi con Petit, en una entrevista planificada como para una vampira, y luego en Frontera social, donde está haciendo unos reportajes callejeros sobre sexo que no sabemos a qué vienen, pero que sirven para comprobar el efecto que tiene sobre los hombres y los electroimanes de Andalucía la manera de pronunciar las equis de esta señora subyugante. Valérie Tasso se llama, despaciosa y francesa, autora de Diario de una ninfómana, relato más o menos autobiográfico y truculento de las experiencias de una mujer bella y culta que se lanzó al sexo igual que un explorador con hambre de todo un continente. Este turbador fichaje no es que me guste o me disguste. Simplemente, me resulta un poco trampa, como si más que del morbo, Canal Sur se estuviera sirviendo ya de la hipnosis.


El montañero gordito. La propaganda sociata se universaliza y alcanza ya las más altas cumbres, donde los dioses se rozan la barriga. En Los reporteros nos enseñan a dos montañeros que sonríen junto a Chaves o Rafael Camacho, pues tienen la misión de subir a los ochomiles o de llegar hasta un polo con el patrocinio de la Junta, Canal Sur y el Ayuntamiento de Sevilla, para sacarse una foto con la bandera de Andalucía y el estandarte del NO8DO. En fin, que a uno le sigue extrañando el criterio con el que se gasta el dinero público. Tanto como ver a un montañero gordito, tal era el que nos explicaba todo este submarinismo por lo alto, subvencionado de igual manera.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.


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