EL Mundo Andalucía

  Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

18 de junio de 2006



Somos Zapping

Hartazgo póstumo. A Rocío Jurado la han convertido ya en un perchero donde poner un mantón sobre otro mantón y otra lágrima como el paraguas que va dejando cada uno. A veces un muerto es un sembrado, que no se come en un rato. Los especiales, los funerales repetidos, las películas rescatadas de la chimenea, las galas con violines como ataúdes... Todavía esta semana hemos tenido homenajes a Rocío Jurado, que huelen todos como a agua de jarrón, pero que dan audiencia. Ya no sabe uno si los homenajes se los hacen a Rocío Jurado o son sus imitadoras y meritorias las que se los montan para ellas mismas, que celebran sus parecidos, sus roces con ella, que la cogen como currículum o como madrina póstuma. Es el cansancio de la repetición más ese morbo de ir aprovechando la humedad del muerto antes de que se seque. Hubo homenaje en ese karaoke que presenta Mar Vega, con unas chicas de brazos e hipidos gordos, y también en el programa gallináceo de la incomparable María Jiménez, que cambió su formato para convertirse en una capilla o en un féretro que hacía de cajita de música. La anfitriona se había vestido de clavel, del piano salía un mantón rojo como si sacara la lengua o se apuñalara con su seda, Rocío Jurado aparecía como en esas transparencias de Hitchcock, y a la sombra de su estatura como de cine de verano, Pasión Vega, Diana Navarro, María del Monte o Falete cantaban duetos con su fantasma y la lloraban a micrófono abierto. Ese regusto de cementerio, esa arena podrida que les afeaba las manos... Qué hartazgo póstumo. Alguien debería dejar de escarbar, alguien debería apagar la última vela. Así todos se limpiarían ya los ojos o la boca.


Sin comentarios. Aquí les dejo, sin más, algunas de las preguntas que le hicieron a Chaves en La entrevista sus empleadas de Canal Sur: “Ustedes señalan que los avances que ha tenido Andalucía se deben bastante a la tenacidad y al esfuerzo de los andaluces. ¿Cree que también se refleja eso en el proceso de reforma estatutaria?”. “Hay un comentario en el que se asegura que no se va a permitir ridiculizar a los andaluces, ¿a qué se refiere?”. “Lo han estado intentando, lo han estado luchando... ¿Cree que al final se podrá conseguir un consenso con el PP?”. “¿Viene esta postura del Partido Popular en Andalucía de una directriz de Madrid?”. “Las competencias del agua levantaron polémica, sin embargo en otros estatutos también se quiere un control, como en Aragón. No sé si este tipo de agravios... ¿Encuentra usted que Andalucía sufre una cierta discriminación?”. “La Segunda Modernización, cuando la planteó parecía una utopía, no sé en qué grado de acercamiento estamos...”. Sobran los comentarios.


La obscenidad y los planetas. Tengo muy abandonados a Juan y Medio y a su programa de viejitos, esa hora de la pastilla en Canal Sur, pero es que ponerme a verlo se me hace como ir después de comer a la consulta del seguro, a escuchar achaques y a un celador que va de graciosillo. Además, tenía uno asumido que la única novedad posible sería que un día este hombre apareciera sin bigote o directamente con la lavativa en la mano. Pues no, había yo despreciado la capacidad para la maravilla y la vergüenza que tiene este programa. El otro día supe que los viejitos ya no sólo se tantean por teléfono, preguntándose por la paguita y los ronquidos, sino que a veces les ponen una cámara para la primera cita y entonces los vemos torpear en las distancias cortas. Dos jubilados ligando sin saber hacerlo, algo así como poner a unos cojitos a saltar el potro. Era triste y obsceno, igual que si nos retransmitieran el momento de quitarse la dentadura o la faja. Quizá el próximo paso sea poner la cámara en la alcoba, para conocer cómo es el sexo tierno, apagado y vergonzoso de los mayores, con sus besos sin dientes. Sin embargo, ni siquiera esto fue comparable al singular descubrimiento cosmológico que me hizo pegar un salto en el sofá. Hablaba Juan y Medio, no sé a santo de qué, del consumo anual de cerveza en Austria, cuando de repente tembló todo el sistema solar: “Recuerden, el año tiene 360 días”, dijo, con el bigote fluorescente de tanta ciencia acumulada. Luego decimos que Canal Sur tergiversa la realidad. Sí, hasta llegar a los planetas. O es que Zarrías controla ya sus órbitas.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.


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