EL Mundo Andalucía

  Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

16 de julio de 2006



Un poco de Papa. Me hacen notar algunos guasones y morbosos que no he escrito nada del Papa que llegó a Valencia para abarrotar las televisiones con todos los helicópteros de Dios, con toda la juventud de Amo a Laura y con todos los médicos que recomiendan el método Ogino. Yo les digo, claro, que Valencia se sale mucho de esta columnita y que a mí ese señor, en el que no puedo ver ningún referente ni intelectual ni moral, no me interesa nada. Pero sí pueden ser pertinentes unas breves reflexiones. Primero, que hubiera estado bien que hubiese venido a Sevilla en vez de a Valencia, para ver cómo el PSOE de allí sí hacía cola para esperar los hisopazos. Segundo, que en las retransmisiones insistieron mucho en que a Ratzinger le pusieron en el altar “un microclima como el de la Expo”, con lo que uno se sigue maravillando de que todavía alguien se crea que tal cosa existió, cuando el único microclima que yo recuerdo estaba en el pabellón de la Cruzcampo. Bueno, la verdad es que en la Expo hubo otras muchas cosas que existieron sin estar o que desaparecieron estando, y el microclima quizá es lo menos importante. Tercero, que lo mismo que ocurre aquí con Canal Sur pasa en Valencia con Canal 9 o en Madrid con Telemadrid. O sea, que manda quien manda y se nota nada más ver al presentador. Nada nuevo bajo el sol, ya saben. Ni los beatos, ni los aduladores.


Artistas agradecidos. Veo el concierto, con promesas de dolor de cabeza, en Canal 2 Andalucía, una cadena que suele estar entre cultureta y opositor, pero que esa noche sólo está cani y sobaquera. La Fiesta del Fiesta, que llena playas y plazas de pueblo como el calimocho que es, llega también a la televisión con los oleajes de chanclas del verano. Canal Fiesta Radio, que ha hecho de la música de botellón una prioridad pública, duplica sus esfuerzos culturales proyectándose en imágenes, cosa que tiene su ventaja porque ver las pintas de los cantantes de raggetón nos transmite como nada las intenciones educativas de esta radiotelevisión que pagamos todos. Precisamente uno de estos raggetoneros, un tal Miguel Sáez, antes de que empezara a sonar algo así como una zambomba dentro de un coche, con la letra invariable de este género que habla siempre de culos perreando, quiso dejar claro que estaba “encantado de estar con los que apoyan a los artistas andaluces”. Lo de artista, lo mismo iba por él. O por los que vinieron después, Siempre así, que es verdad que van siempre así, o sea como con una caseta pija de feria haciéndoles de ruló. Y “los que apoyan”, serían los prebostes de nuestro ente público, que son los que elevan estos graznidos y rozones púbicos a necesidad pedagógica. Pues eso, cultura de altos vuelos para la juventud. Me quedó la duda de si la canción que cantaron los Siempre así era también un homenaje a la RTVA: “Todo lo que me diste se ha quedado en nada, todo lo que me enseñaste se quedó sin alma...”.


Peor. Lo malo no es que Paz Padilla haya pasado a la Primera, a presentar un concurso que tortura a dos parejas de novios y a sus respectivas familias vestidas todavía de boda, como con el cóctel de marisco a medio tragar. No, aunque Paz Padilla sea una graciosa de salero natural y de pierna suelta que pierde con los guiones y con las tarjetitas en la mano, que parece que está pendiente de cantar bingo. No, aunque Paz Padilla nos haga sentir un poquito de vergüenza cuando castiga el idioma y apuñala las conjugaciones. No, lo malo es que para sustituirla en Shalakabula han puesto a la insufrible María del Monte, que ni presenta, ni es graciosa, ni nada, pero se lo cree, que es todavía peor.


Pesadilla. José Manuel Soto, vestido con poncho y gorro andinos, hace malabares con tres pelotas mientras intenta cantar Clavelitos con la misma cariofilácea a la que se se refiere la tonada en la boca. No es ninguna pesadilla que me cuente alguien que se pasó con los embutidos que anuncia Soto en la teletienda. Ocurre verdaderamente, en Menuda noche. Conmocionado por semejante idiotez, decido, por si acaso, no comer embutidos antes de acostarme.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.


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