EL Mundo Andalucía

  Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

13 de agosto de 2006



Los abominables. Aquellas películas en las que los españoles descubrían los hoteles como los bidés, las rubias como otro planeta, los biquinis como la coctelera del pecado; ese cine malo y tierno que vino de la revista, del desarrollismo, de todas nuestras pantorrillas tapadas, de los últimos hipidos del Régimen. Tuve que sonreír el otro día al ver en La Primera a Juanjo Menéndez, a La Polaca, a Mónica Randall, en una de estas películas que la casualidad o el humor malvado de los programadores habían decidido que fuera El abominable hombre de la Costa del Sol. En aquella España donde todo estaba por vivir y por inventarse, una película en la que el protagonista sueña con ser director de relaciones públicas de un gran hotel parecía la historia de un astronauta pionero. En un país hecho de cañizo, las piscinas y los ascensores nos aterrizaban frente al mar como ovnis y nosotros los mirábamos como cabreros. Hemos terminado con la costa igual que un escalón hacia el minibar y con toda una estirpe de mangantes con los pies uñosos metidos en sangría y en política, pero al encontrarme con esa película mala me doy cuenta de que lo que sufrimos ahora viene de esas carencias un poco orteguianas, de esa ingenuidad, de ese vértigo y de esa calva eterna del españolito. Queríamos ser modernos destapando muslos y levantando pisos. Cuando todo está ahora podrido y los abominables son otros, ese Juanjo Menéndez, en aquella Costa del Sol como recién casada, lo que parece es su Don Mendo.


No te quites el bigote. Marbella no se acaba, Marbella tiene sufridores, sinvergüenzas, chivatos, piojos, enamorados, novelones. Isabel Pantoja es Penélope, Julián Muñoz es Segismundo, Roca a lo mejor es el capitán Flint y Alhaurín es el Infierno de Dante con un círculo por cada categoría y cada tormento. Cuando terminan los telediarios y llega la hora en que la sangre baja a los estómagos, la televisión complace al personal que quiere saber quién pena, quién teme, quién manda y quién baila en esta comedia. Por cierto, que en Aquí hay tomate veo que el que baila mucho es Tomás Olivo, uno de los imputados del caso Malaya que de momento está libre bajo fianza (la mayor de todos, 500.000 euros). El programa lo ha cogido en un fiestón pachanguero de talluditos, borrachuzo, arrimándose a mulatas, meneándose a ritmo de salsa o raggetón, dándonos la medida vulgar de estos tipejos, que uno diría que son así por carencias aún adolescentes. Pero a lo que íbamos. Para satisfacer el morbo de la plebe, los programas tomateros están contando con lo último en informantes, o sea, un familiar de preso de Alhaurín que, de espaldas y con impecable ropa de jugar al futbito, cuenta o se inventa los privilegios de uno, los cigarrillos que paga el otro y, en fin, toda esa complicada vida social de la prisión como de un rudo monasterio. Con audacia, el reportero le pregunta a este personaje cómo llevó Julián Muñoz aquel concierto de la Pantoja y él aventura que “se hincharía de llorar”. “ La llamaría por teléfono –añade-- y le diría “dedícame la cuarta canción”, que yo creo que fue ahí, porque en la cuarta canción ella empezó a llorar y se tocó la cara como diciendo “no te afeites el bigote” ”. Qué cachondo, el tío. Pero a todos nos haría mucha más gracia todo lo de Marbella si no significara bastante más que pasiones interrumpidas y horquillas en la almohada: el emputecimiento de nuestra endeble democracia.


Haciendo cantera. Para la formación del espíritu real-nacionalista, según el hallazgo lingüístico de nuestro nuevo Estatuto, sabemos que Canal Sur aporta ferias, chistosos por bulerías, copla a media tarde, caballistas, Vírgenes empujadas por el pueblo, guitarritas con legañas y todo el andaluceo de menú. Pero el cuidado que pone en destacar estos modelos tan positivos desde la infancia es encomiable. Entre otros niños folclóricos, ya comentamos lo de aquel chiquillo que le escenificaba todos los pasos de la Semana Santa sevillana a Juan y Medio. Pero hace poco me encontré en uno de estos refritos de verano (Lo mejor de Menuda noche, ya ven) algo casi mejor: un niño que iba con botas de montar y dramatizaba con muñequitos una corrida de toros. Va para futuro maestrante, o para Medalla de Andalucía. Eso se llama hacer cantera.


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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.


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