El Mundo Andalucía

Hacia el referéndum del Estatuto de Andalucía
La urna catódica

Luis Miguel Fuentes

9 de febrero de 2007

Los cojos del Estatuto

En las campañas, los políticos parecen siempre gorditos en una maratón, lo que hace que se preste más atención a sus ahogos que a sus palabras, aunque cada uno siga manteniendo su propio estilo de agobiarse. A Chaves se le ve como asfixiado o agorafóbico en los auditorios, por el peso de los techos, de la gente y de los armiños del poder; a Arenas se le nota que pasa un frío y un sudor de calle, un cansancio de repartidor; Valderas va como descolgado o quizá es que sale a las horas en las que ya no quedan ni público en la calle ni acompañantes para él; y luego, claro, el pobre Julián Álvarez, que lo que parece es un paracaidista colgado de un árbol, con sus seis segundos de televisión justos para un epitafio. Sus comparecencias y declaraciones parecen malos ratos que están pasando, y es en esto en lo que más se distrae uno, una vez comprobado que las palabras de los partidos se repiten y que sus anuncios saben a cereales de caja (el PSOE ha hecho un spot que es como un videoclip de Bebe y al PP le ha salido uno de pañales). En esta carrera de gorditos, el PP saca mucho a sus alcaldables por aprovechar el tiempo y al PSOE le tiembla bajo el abrigo el corazón de oro arrancado a Andalucía, como en aquel cuento de Boris Vian. Pero los eslóganes están muy aprendidos o es que les llega poca sangre a la cabeza en el esfuerzo, así que resulta complicado encontrar una frase interesante que apostillar. Menos mal que siempre nos quedará Zarrías, apareciendo igual que el apuntador.

Zarrías, como todo el PSOE, le teme mucho a la abstención, que puede ser pereza pero también rebeldía. Por eso ha advertido de la mentira que supondría apropiarse las mañanas en bata de los abstencionistas, de aquellos que están “en el hospital” o “no quieren votar porque les duele el pie”. Si la abstención es alta, será culpa de los cojos de Andalucía haciendo en el domingo de Carnaval su propia chirigota, que es a lo que suena eso, los cojos del Estatuto. En la velocidad de la Autonomía, tenían que ser los cojos, con su enfermedad de mal andaluz, los que fastidien toda la propaganda y todo el bonito spa de salud, agua y gimnasio que es este texto, felicidad sin esfuerzo que viene por la sola postura o por mágicos magnetismos, y que nos están vendiendo como el Pilates. Ha sido culpa de Zarrías que vea desde entonces la campaña llena de cojos. Hasta Escuredo y Chaves tenían algo de viejos de la épica andaluza con andador, sentados el uno frente a otro como en sillones de masaje, en un acto (“Diálogos para un siglo”) que organizaba en Sevilla El Correo y que fue un intento de hacer un mitin con la novedosa forma del diálogo de asilo, a un ritmo de siesta y de antiguas batallitas de gotoso. Por cierto, gloriosa la frase de Chaves en la que que nos resumió cómo concibe él la convivencia de administraciones y cargos en su persona: “No sé si vengo aquí como presidente de la Junta, pero me quito rápidamente la chaqueta de presidente de la Junta y me pongo la de Secretario General del PSOE de Andalucía y les digo a estos señores: vayan ustedes a votar sí el 18-F”. Será por chaquetas...

Una cosa de abuelos y de cojos pareció también el primer debate especial que Canal Sur dedicó al Estatuto, como un aparcamiento de viejas glorias igual que vespas (Escuredo, Soledad Becerril, Amparo Rubiales, Pepe Núñez...). Núñez, como Julián Álvarez en otra entrevista, al menos fue el único que puso números y pegas en el plácido solarium de escayolados en el que sonreían los demás. En esta Andalucía a cojetadas, cojos serán los que empañen el día histórico y cojos son los que quieren correr para salvarnos. Entre cojo y reverencias, todo esto a lo que suena, de nuevo, es a pata de palo.


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