DIARIO DE CADIZ

LAS HORAS TENDIDAS


Pobres

Por Cádiz, algunos quieren poner un certificado de pobre, que es como hacer pobres académicos, uniformados, titulares, tercios regulares de pobres avanzando por las escombreras de la ciudad. Esto suena mucho a franquismo, a solteronas dando sopitas, a viuda rezándole a los Cristos por los pobrecitos pobres, tan buenos (Cristo también fue pobre una vez, antes de que el catolicismo lo sedujera con stock options y lo convirtiese en gerente de sus bancos). El franquismo enseguida le ponía una etiqueta al pobre, lo metía en una vitrina como a un fenicio y lo mantenía en su pobreza para entretenerse haciendo caridad de beatona, para dar ejemplo de nacionalcatolicismo, para que se viera, en fin, que en España los pobres y los catetos eran buenos, sumisos y cristianos, como Tony Leblanc en las películas, y que nuestros ricos eran muy piadosos todos los domingos, antes de ir al casino. Ahora algunos quieren volver a eso, al pobre honrado que te saca la cédula para demostrarte que lo es y te pone la boina como un plato.

Está de moda la selva del capitalismo, el amanecer dorado del dinero con el cabezón de rey león de Villalonga mirando desde un atril, y abajo el pobre es ese antílope cojo de los documentales que siempre se acaba comiendo la fiera y que encima quieren ponerle una equis, para que vaya asumiendo el bocado, para terminar de desnucar la esperanza. Recuperar el gremio de pobre, adiestrar pobres acreditados y vitalicios, típicos y afiliados, no es más que hacer folclorismo, papeleo y safari con la miseria, que es humillante y sobre todo no sirve de nada. Yo les daba el carné de pobre sólo a ésos que los son durante el resto del año con tal de poder pasar jamón en el rengue y alquilar un cuartito en el Rocío (dicen que van por fe, pero no es sino esa emoción de ser muchedumbre, más la juerga). Ésos sí que son pobres por vocación, con conciencia y ganas. Un carné para ellos, y a los de verdad, que les den trabajo.


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