DIARIO DE CADIZ

LAS HORAS TENDIDAS

El cambio tranquilo

Zapatero ha venido a traer al PSOE el “cambio tranquilo” con un aleteo de pestañas, con un mareo de ojos claros y serenos, enterrando el carraspeo de Bono, ese señor de las mesetas que tenía a todo el oficialismo del PSOE enchulado con su baronía y sus chalecos. El PSOE viene cambiándose a sí mismo sin cambiar nada desde que González se retiró a la pinacoteca de la historia y dejó la casa socialista en una justa entre sus espadachines, mayordomos y nodrizas. Por eso uno sospecha de Zapatero, porque sabe que una buena manera de fingir un cambio es meter al paje o al garçon del pis y dejar sonar la fanfarria del joven desconocido que desciende como un ángel rubio a salvar la cosa, un Lohengrin socialista con una escenografía de cisnes y armaduras doradas. Zapatero viene con su novedad de forastero guapo, planta una ejecutiva como un coro de yogurinas, se inventa el eslogan del “cambio tranquilo” y ya está. De momento, en papel, sólo nos ha dejado seis intenciones, demasiado etéreas. Se verá si Zapatero trae el cambio de verdad o si sólo viene a cambiar las cortinas y los ocres del felipismo por una decoración Disney de jovencitos y bollicaos.

Por supuesto, el PSOE gaditano se ha apresurado a apuntarse a la victoria de Zapatero y empieza a cuidarse las pestañas para poner también ojitos de guapo de película, aunque haciendo símiles cinematográficos Román se queda, como mucho, en un José Luis López Vázquez triste. A Román lo hacían enamorado del cuello larguitieso de Rosa Díez, pero su amor verdadero era el Cambio, la Renovación, ese mudarse los calzoncillos cagados del socialismo que tanto hacía falta. Ahora resulta que todos deseaban a Zapatero secretamente, como se desea a una vecina del quinto, bella por imposible y por lejana. A lo mejor es verdad que Román quiere el cambio y se quita esas patillas de oficinista bandolero y deja de firmar decretos como autógrafos. Eso sí que sería un cambio tranquilo. Para tranquilidad de todos, vamos.