DIARIO DE CADIZ

LAS HORAS TENDIDAS


La grieta

 

La grieta del Tireless, la cuchillada mortal que tiene el Tireless, ahora es mayor y se le salen sus tripas ácidas por un costado sangrante y negro, como el parto de una ballena radiactiva. La grieta iba creciendo con la luna, iba ensanchándose la podredumbre del metal con esa maldad de lo inevitable, y el Tireless, postrado y triste como un gotoso, nos enseña ahora una úlcera fea, riente y jodida, alimentada de sal y maretazos, que se ha ido comiendo sus intestinos de tubos por centímetros y le trae una vejez de chatarra gigantesca, hueca y venenosa. O no, o la grieta estaba así desde el principio, el bocado inmenso cortándole la yugular al reactor, y han estado engañando a la familia diciendo que todo era un empacho leve, una cosa que se quita con sal de frutas y sopitas de pollo.

Gran Bretaña, en perversa felonía, nos ha estado ocultando los achaques de este submarino como si fueran los de una folclórica. Es que en el mundo abisal de los triquitraques nucleares hay que hacerlo todo con mucho sigilo, para no provocar un reventón que enseguida deja un roto en el océano o en unas elecciones. Cuanto menos sepa la gente, mejor, y es a lo que han ido jugando los simpáticos marineritos del Tireless y los chicos de Blair, con el coro complaciente de nuestro gobierno. La queja de Piqué se ha quedado en paripé y en nueva bajada de pantalones. A los submarinos de la camada del Tireless los dan de baja de puro fallones, pero éste se queda aquí, como un enfermo coñazo que ni siquiera es de la familia y al que hay que aguantarle las vomitonas y las palanganas de mierda. Para repellarle la grieta, algunos dicen que habrá que llevarlo al dique seco, con el consiguiente meneo del reactor al que se le puede salir un borbotón radiactivo en un vaivén. Pero es que no tenemos por qué aguantar esto. El Tireless se lo tenía que haber llevado Blair a cuestas, a dar el coñazo a los intereses a los que sirve, que no son los nuestros (a lo mejor sí los de Aznar). Pero al señor Aznar lo que le preocupa es la grieta por la que se despeña el euro como una cabra. La otra, la del Tireless, dice que la tapen con un poquillo de tela asfáltica.


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