DIARIO DE CADIZ

LAS HORAS TENDIDAS


Legalización

 

Los fiscales de Cádiz y el Defensor del Pueblo Andaluz se muestran favorables a la legalización del hachís y otras drogas blandas, con lo que ya tenemos a toda la milicia de puritanos y bien pensantes con las manos en la cabeza. La droga existe en todas las civilizaciones humanas como un rito mágico, purgante y elevador ante la mezquindad de nuestros sentidos, enseñado por los viejos de la tribu. La droga blanca y cristiana, el alcohol, está tan acomodada en nosotros que hasta un dios se manifiesta en ella por un milagro de credulidad y latines. A ver si en las bodas de Caná las tinajas tenían zumitos de frutas. Pero la droga moruna y negra, la que viene de los cañizos del mundo infiel y pobre, es otra cosa, es una blasfemia que convierte a nuestros jóvenes en indígenas fumadores, y es lo que disgusta a muchos. Los mismos que andan ya escandalizados por verse el hachís en el estanco son luego los que le dan al aguardiente y a los buenos puros, o echan anís en el botijo como una pequeña maldad simpática, igual que un párroco tragoncete. No es una lucha, pues, por la pureza del cuerpo, sino por la del alma y la de la Patria, que los dioses locales y sus banderas tienen drogas propias y les molesta sobremanera un fiestón con el becerro de oro de otras ajenas y heréticas que lleven a un cielo diferente del que quiere nuestra tía abuela, la del anisete.

Nada, salvo la hipocresía, justifica la ilegalidad de una planta como el cannabis, hermosa y saludable en su medida (todo tiene su medida, hasta la pringá con tocino). La prohibición ya vemos que sólo lleva a un imperio de corrupción y millones capaz de hacerse un submarino, comprar gobiernos y ponernos pueblos enteros cabalgando sobre camellos, como Barbate. La legalización de drogas blandas ha demostrado ser positiva (Holanda), aminorando el consumo de las más duras y derrocando mafias. La policía no puede contra el narcotráfico, sólo va recogiendo los pellizcos que se les caen del forro de las lanchas a los traficantes. Los narcos, fíjense, son los primeros que no quieren la legalización. Es hora, pues, de plantearse otra respuesta. Pero parece que esto será como luchar contra toda la cola del Cristo de Medinaceli o así.


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