ZOOM · Luis Miguel Fuentes


Unos y otros

 

A Aznar se le está quedando un flequillo de guateque que le quita un poco la fiereza y la cojera de suegro, pero aun así sus declaraciones en el congreso-party del PP regional han retumbado en el socialismo andaluz hasta llegar a Finlandia, donde Chaves no se sabe si ha ido a admirar los bosques de trombones de Sibelius o a que le expliquen los de Nokia cómo se hace la tecnología sin comisiones, sin azafatas y sin cañero. Aznar habló del socialismo duro, ineficaz y antañón, y le han contestado llamándole grosero, antiguo, deudor de Franco y otras cosas que tienen en las fichas. Casi prefiere uno lo de Madrid, donde se lleva últimamente una política sexy como el rocanrol y mandan los candidatos con más cremalleras, tacones y muslazos.

Pero esto lo que nos enseña, aparte la inelegancia de los políticos, es que de las ideologías sólo quedan el estereotipo y el trincherismo, y por eso ahora unos y otros, sin originalidad ni inventiva, se cruzan los mismos insultos que cuando la Batalla del Ebro. No es que no haya izquierdas ni derechas, lo que pasa es que andan entremetidas y siempre un poco traicionadas, así que los purismos de ambas parecen limitados a una pose y a lo que se recuerda que decía el abuelo. Asustar con la herencia de Franco o con el hierro del estalinismo es una estrategia pobre y holgazana, cuando los dos partidos han pasado por el poder y saben que ni degollando a los patronos ni poniendo a gobernar a los crucifijos se puede hacer ya nada.

Los socialistas ya sacaron aquello del dóberman de la derechona y ahora siguen señalando señoritos del PP, cuando ellos son aquí la oligarquía regional y los que meriendan con los obispos y los financieros. Un partido que lleva en sus siglas lo de socialista y lo de obrero nos metió en la OTAN, cabreó a sindicatos y trabajadores hasta que organizaron huelgas generales cada fiesta de guardar, y además cebó a una elegante casta de banqueros, cuñados y chulos del pelotazo, convirtiendo España en una gran piscina de champán, mierda y bragas. Que vengan las izquierdas a ver esto. Y Chaves fue de aquella época, no lo olviden, que no ha llegado novicio y espantado como Zapatero.

Por su parte, al PP es cierto que lo votan los franquistas, los marqueses y las viudas de los notarios y de los aviadores. Hace poco me comentaba un simpatizante del PP en Jerez que allí nunca ganarían porque tienen dentro a mucho “tonto” y a mucho “señorito de cortijo”. Lo del PP no ha sido tanto moverse hacia el centro como estirar una esquina de su votantes, llegando desde el gran dinero o su nostalgia al currante mosqueado, lo cual era necesario porque con el voto de los militares y los ricachones no se ganan unas elecciones. Esta gran anchura del PP hace que todavía, por el flanco vetusto, les agobien con la santidad de los óvulos y otras tonterías de beatonas, les hagan ver a los parados como gorrones y hasta nos mantengan a ese personaje nefasto y córvido que es Fraga. Pero resulta que, aun así, el PP ha aprendido a hacer un neoliberalismo chachi que les desemboca en una política social mejor que la de los socialistas, en unas cuentas que les salen muy limpias y veloces, y, hasta hace bien poco, incluso en bailar pegados con los sindicatos. Todas, cosas que equivocan o sorprenden.

Ni unos ni otros tienen derecho a elegir tan claras trincheras como quieren hacernos creer, empezando por que ni el PP consigue ser de centro ni el PSOE de izquierdas. Por eso chocan estas descalificaciones históricas o sacramentales que hemos escuchado una vez más, llegando incluso a arrojarse el cadáver de monja chiquita y feroz de Franco. Los unos y los otros tienen por donde callar y todas las banderas se les ven falsas. Mejor que se dediquen a ver si visten de cuero o de fraile a  sus candidatos.

 

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