ZOOM · Luis Miguel Fuentes


La póliza

 

A Miguel Castillejo lo quieren, según, abrigar o amortajar en su póliza como en una rebequita de viejo y de cura, y así andan los partidos y los opinadores bendiciéndole la jubilación o poniéndolo de párroco avaro y chocolatero, que es una imagen demasiado facilona, la verdad. Ir detrás del rico raudamente para defenderlo hace siempre nacer la sospecha de la adulación o el interés, pero peor es cuando se va a la caza del rico para sustituirlo porque hay otro que se ve más guapo con su millonaje y su musicalidad.

Uno no ha visto la póliza, que dicen que pesa como un crucifijo, y además desconoce las cancillerías del dinero porque sigue siendo pobre y poético. Lo que sí parece evidente es que cuando alguien decide dedicarle la vida al gran dinero es para jubilarse después con una gozosa artritis de oro brillándole como otra dentadura. Si no, se quedaría en opositor, en mecanógrafo o, en caso de ser sacerdote, en la parroquia del barrio ensayando con el orfeón. Nuestro capitalismo es básicamente esto, el que unos pocos ganen mucho para que en el camino vaya naciendo otro dinero orillado que se supone debería llover luego sobre la gente, aunque muchas veces se pierda en una isla, enterrado en una lata. La póliza de Castillejo no parece demasiado diferente a las de otros presidentes o contiguos de las cajas, y no es plan de ir matando a todos los ricos como los dulcinistas que mencionaba o inventaba Umberto Eco, ni de vetarle a este señor los millones por ser cura, cosa que uno no ve relevante. Siempre ha habido mercaderes en los templos y hace tiempo que la Iglesia Católica dejó las polémicas franciscanas para avenir la pobreza de espíritu con la riqueza material y el poder “temporal” que dicen graciosamente.

Pero el problema es el mismo concepto actual de las cajas de ahorros, que empezaron como un calcetín que aumentaba los duros del pueblo y ahora son el soñado billetaje del poder político. Tengo apuntada la definición de caja de ahorros que daban sus estatutos en 1933, me parece, donde se hablaba de que debían estar “exentas de lucro mercantil”, “dedicadas al ahorro de primer grado” y con el propósito de “invertir los productos tras descontar los gastos generales, constituir reservas y realizar obras sociales y benéficas". Pero ya hemos llegado a que las obras sociales y benéficas, aparte exposiciones de cerámica, algunos las quieren enfocar mayormente a alimentar al partido de turno con créditos y comodidades, dejándoles a los pequeños impositores el regalo de una batidora. Todo esto viene santificado por la Ley de Cajas, que está hecha para lo que está. Con esa mano política bien metida, morena de lascivia, la independencia de las cajas, que sería lo deseable, es imposible. De ahí esta larga guerra en la que el ataque a Castillejo no deja de ser un último episodio cervantino, porque un cura rico, como un cura con querida, siempre mueve al morbo y al balconeo.

Se contradicen los informes legales de los dos lados, cruzándose como espadachines, pero pronto veremos que el PSOE los está utilizando como susto y se nos revelará su verdadera ética cuando busque un acuerdo para meter baza en CajaSur, que es de lo que trata todo esto. Luego, pensar si es decente que un particular se jubile con 500 kilos de las antiguas pesetas por haber estado manejando un dinero ciudadano que crece solo, es una cuestión que cabría extender a los brokers o a los futbolistas, y que podría ser argumento hasta para una revolución, pero no para que los socialistas invoquen la ética y la mesura cuando lo que quieren es el mando en el negocio. Y es que siempre termina hablando el menos indicado.

 

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