ZOOM · Luis Miguel Fuentes


Calidad democrática

 

El cuero de la Trini entre muslazos, las veleidades cósmicas de Aznar como las fantasías de un bajito, la salvación de la Patria, el rojerío furioso que viene detrás de los ojazos de osezno de Zapatero, la flor en la solapa de Gallardón, la campaña con agua bendita de Ana Botella, las guerras de un hemisferio contra otro y hasta de una España contra otra, ahora que se están desenterrando mandíbulas de la Guerra Civil para que cuenten su historia con la lengua de arena. Se trata de hablar de cualquier cosa para desmunicipalizar las municipales y mundializar el pueblo y la comarca. Sigue la intención de convertir estas elecciones en plebiscito o en unas primarias que empiecen en la panadería, pero es un empeño practicado desde todas las partes. Aznar, mismamente, readaptaba la fina estrategia sociata del doberman para meter miedo a los pensionistas y advertir de la llegada de los rojos radicales, que sólo llenarían España de paro, porros y hamacas. Chaves, por su parte, vuelve a sacar en procesión a los hijos del franquismo cuando habla de la “retórica de la dictadura” que utiliza el PP. Otra manera de eludir la vulgaridad de las rotondas, los uniformes de los guardias y los dineros turbios de las gerencias de urbanismo, que es lo puramente municipal, puede ser lo último que ha dicho el presidente Chaves. Chaves ha tirado hacia la teoría general política para afirmar, con esa puntería para el titular que hay en estos días, que los españoles sufren (la noticia que leí ponía “disfrutan”) “la más baja calidad democrática desde la aprobación de la Constitución”.

Varias reflexiones merecería esta frase que ha soltado a voleo el presidente andaluz, pero la primera nos lleva a preguntarnos si en la democracia hay grados y calidades, o simplemente existe o no existe. Por defender que no bastan unas elecciones cada cuatro años como una revisión de próstata, que es necesario aumentar la participación directa del ciudadano en su gobierno y que la actual partitocracia aliada con los poderes económicos son una amenaza verdadera para las libertades, me han llamado de todo, creo que hasta bonapartista (es que ya se sabe que los bonapartistas, como yo, lo que querían era que la gente votara a diario por Internet). Tengo que darle la razón a Chaves cuando habla de diferentes calidades de la democracia. La pega es que lo que Chaves dirige contra el PP, se lo puede devolver el PP a Chaves amablemente como un guante ensangrentado. Yo podría hablar de que no me gusta la “calidad democrática” que me han mostrado los gobiernos del PP en la privatización de empresas públicas, en el control hasta la manipulación de los medios de comunicación o en la decisión mosaica de Aznar y su confesor de esculpir en hierro la postura española en la guerra de Irak. Y podría hablar de lo poco que me gusta la “calidad democrática” del PSOE de Andalucía convertido en otro PRI mejicano, otro partido institucional, dirigiendo todos los estratos económicos, sociales y culturales de la región; un partido tan morrocotudo que ya no tiene votantes sino clientes o agradecidos, y que ni el renovador y espiritoso Zapatero se atreve a llamar al orden. De toda esta “calidad democrática” hablaría yo. Pero a lo mejor me equivoco, y vivimos panglossianamente en el mejor de los mundos posibles, con nuestra democracia insuperable, con nuestro óptimo sistema representativo que sólo redunda, nadie lo duda, en lo mejor para la ciudadanía, sin que medien otros intereses. Pero, ay, ¿ven ustedes? También se me ha olvidado a mí, durante un párrafo, que lo que tenemos a las puertas son sólo unas elecciones municipales. Ahora que lo pienso, mejor podría haber hablado del cuero apretado de la Trini, de los tronos planetarios de Aznar, del rojerío tan sucio de sobacos, de la Botella convirtiendo a los mariquitas...

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