Los días persiguiéndose
Luis Miguel Fuentes

10 de julio de 2003

Jagger/Chaves

Los Rolling hacen ya un rock egipcio y de esqueletos en buena forma con guitarra y la calavera fumando, pero es el de siempre, el auténtico. Mick Jagger es todo un sir descoyuntado, pero estaba descoyuntado desde joven y apenas se le nota el cambio. Charlie Watts ha estado tocando la batería en silla de ruedas desde que nació. Keith Richards y Ronnie Wood hacían ya en los 70 el mismo guitarreo de espantapájaros flacos, con las manos de alfalfa y leño. La madurez, el mito, debe de ser llegar a los años dándose cuenta de que no ha cambiado nada sino la gente que llegaba a los conciertos, cada vez más calva y más barrigona, y el mundo que pasaba por las discotecas, el hip-hop y el dance de los niñatos, mientras su rock era una vieja pianola canalla que se mantenía purísima como el arpa de una cieguecita. Decía la leyenda urbana que los Rolling se cambiaban la sangre de vez en cuando, una sangre que llevaba todos los ingredientes de los malditos y todo el metal quemado de la mala vida. Un grupo que llega a esa mitología vampírica es que ha traspasado el convencionalismo del tiempo, de la medicina y de su propia egiptología. Son ya las pirámides de sí mismos y su música es una catedral hecha de cuerpos incorruptos, pubis de hembra y ayudantías del Diablo, que cuando dejó a Paganini a lo mejor se fue con Jagger. Sus Majestades Satánicas, inmunes a cualquier veneno, son el rock en llamas, siempre vivo aunque se les vaya despegando ya la carne.

Pensaba yo, no sé por qué, en los Rolling, en Jagger que va hacia una vejez ágil de trapecista, mientras veía a Chaves cantar por el Dúo Dinámico en aquella cosa tan pelota y meliflua que le preparó Joaquín Petit como un mayordomo en Canal Sur 2. Puede que la contigüidad en las noticias me trajera una comparación de eternidades o madureces. Jagger es eterno en el rock y Chaves es eterno en la Nada. Permanecen los Rolling, tocando aguantados por un palo; permanece Chaves, sostenido por un gran inercia de inacción y muchos guitarristas malos. Claro que Jagger ha madurado sin salir de sus primeros infiernos magros, rebeldes y deslenguados, mientras Chaves ha evolucionado hacia un burguesismo comodón que ha hecho en Andalucía de un partido socialista y obrero una batida de señoritos culones. En esa canción hortera que le eligieron sus fontaneros estaba quizá toda la traición al socialismo. Un socialista que canta por El Dúo Dinámico es como si cantara por Marcelino, pan y vino, que no sé si se puede cantar por eso. Si Chaves se hubiera arrancado con Honky tonk women, todavía podríamos creer que en este PSOE permanece un rescoldo de insurgencia y contestación. Pero no, el PSOE aquí se ha quedado en el karaoke de un bingo.

Jagger y Chaves, carrozones cantando, se me superponían en la mente con esa rotundidad de los contrarios: genio y mediocridad, lo eterno porque queda y lo eterno porque no se va. Lo que es cierto es que el tiempo pone a todos en su sitio, y el sitio puede ser la gloria de los benditos malditos, la de los Rolling Stones como templarios del rock, o puede ser la gloria cateta de los políticos que siguen haciendo serenatas de retruécanos mientras nos mantienen como teloneros del país. No era lo de El Dúo Dinámico lo que le pegaba a Chaves. Ni a Andalucía. Aquí lo que pegaba, por supuesto era eso de: “I can’t get no satisfaction. ‘Cause I try and I try and I try...”.

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