ZOOM · Luis Miguel Fuentes


Disciplinas

 

En Fuengirola, los muy progresistas del PSOE se vienen dedicando a atar matrimonios como el señor cura, instruyendo a las esposas en la resignación, en el bordado y en el método Ogino. Estos socialistas tienen de su lado algo más alto que todos los vínculos divinos, que es la disciplina de partido, ese sacramento para concejales, y a la señora secretaria de su grupo municipal, que se cansó de los ronquidos del marido, también del PSOE, la amenazan con la expulsión y la vergüenza si deja a éste, pues lo que ha unido la militancia no lo puede separar una desavenencia de alcoba ni un olor de pies.

Vemos que el PSOE se recoge también en sus lazos sagrados y en sus eucaristías de ateo. No hay organización sin rito, no hay rito sin repetición, no hay repetición sin sincronía. La política, que es otra religión, necesita una feligresía que vote unida, que piense unida y sobre todo que fuelgue unida, pues el sexo es la mística verdadera y las mejores ideas (reformar el Estatuto de Autonomía, un poner) vienen seguramente en la iluminación de un orgasmo con la santa, cuando confluyen los espíritus y se suman las ideologías como el líquido más puro del amor. La política requiere esa uniformidad par y balanceada de la pareja, ese acomodo íntimo de vientres e ideas que sólo se da cuando se comparten lecho, siglas, cocido e hipoteca. El “sexo con amor de los casados”, que dice Sabina, es para el PSOE un ángel de ortodoxia que aparece en la consagración del coito sabatino, con esa lencería alada y esa sensualidad de muslos de los ángeles, y dicta, cadencioso y levemente femenino, la línea de actuación del partido.

Esta señora de Fuengirola dicen que hablaba mucho con un señor del PP, que tomaban café, cosa que les parecía sospechosa. Pero aquí es donde entran no tanto las impermeabilidades del partido como los celos por la esposa que tienta al enemigo con el roce de unas tazas, que es el primer paso antes del roce de las pantorrillas. Eso de que la señora, que además es guapa, se vea con el enemigo o el forastero trae los peores celos y los peores cuernos, aunque sean imaginados. Por cosas como esta vino la guerra de Troya. Así que tenemos que comprender la reacción de todo el PSOE de Fuengirola velando por la santidad del matrimonio y por la armonía del partido, tan frágil que se rompe con una sola pareja malcasada, tan delicada que ese cabreo de cónyuges podría, por aquello del efecto mariposa, cambiar un adjetivo en un discurso de Zapatero y hacer que a los guerristas les vuelva a parecer como rondado peligrosamente por el capital. Toda precaución es poca.

La disciplina de partido en el PSOE es asunto sacratísimo y llega a que se pongan interventores vigilando los desasosiegos de sus esposos y sus peleas por el mando a distancia. Esto nos hace comprender otras muchas cosas, por ejemplo que se les meta un paquete a Beneroso y Benjumea, que no sabemos si estaban arrejuntados con Chaves. O que se obligue a la gente a votar a mano alzada, en plan sindicato vertical, por evitarles posibles impulsos impuros de la carne o del espíritu. El PSOE vive en un recato político y sexual encomiable, muy pasado por los confesionarios del partido, muy reconducidas las dudas y zozobras de los militantes por el párroco de la Casa del Pueblo. Con la confesión, los curas controlaban a la masa. Con la disciplina de partido, el PSOE controla a sus miembros hasta en el dormitorio, que es donde, por lo visto, comienza todo su edificio ideológico. Chaves habló mucho de política familiar en su reciente discurso, y en eso se aplican estas ursulinas del PSOE de Fuengirola. Luego dicen que las derechas y las izquierdas están cambiadas. Ahí está la política matrimonial del PSOE como la de una vecina nuestra solterona, con misal y braga alta.

 

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