ZOOM · Luis Miguel Fuentes


I+D

 

Hay que cablear Andalucía, hay que maquinizar Andalucía, echarla a rodar como un electrón gordo, darle la luz fluorescente de la Ciencia, todas las navajas de la modernidad, la alegría eficiente de la electricidad más nueva. Que vibre en Andalucía la música bella y circular, engarzada y matemática de la tecnología, como una fuga de Bach que sonara en una gran pianola de conmutadores. Chaves nos habló de la segunda modernización de Andalucía, olvidándose de definir la primera, que a lo mejor fue cuando inventaron el tractor. O quizás la primera modernización fue aquello de la Expo, ese lujo de bolas, pilones y azafatas voladoras. El caso es que esta famosa segunda modernización tenía que venir con el siglo y los planetas, con los aniversarios de Kubrick y con los astronautas que ya flotan muy domésticamente en el espacio. Nada mejor, pues, para hacer la presentación de la nueva era, de ese vértigo de una Andalucía rapidísima, digital e inventada, que bruñir un mito y una sigla, eso del I+D, que suena a película de alienígenas o a píldora para la calvicie.

El consejero de Empleo y Desarrollo Tecnológico de la Junta, José Antonio Viera, que en estos menesteres tiene algo de emisario extraterrestre, una presencia de humano-máquina como aquellos navegantes de Dune, se estuvo entrevistando con la ministra Ana Birulés para mostrarle todas las bombillitas del Plan Director de Desarrollo Tecnológico, nombre superlumínico para una cosa que, teniendo en cuenta cómo se desarrollan por estas tierras ciertos planes y ciertas siglas (recordemos el Pacto Territorial por el Empleo de la Bahía de Cádiz, que es sólo un barullo de secretarias y cheques que se pierden), no es que nos dé mucha confianza que digamos. Para empezar, se crearán mesas, grupos de trabajo y otras zambras, se escribirán libros blancos o azules y luego se tirará todo a la papelera con gran disciplina y satisfacción. La segunda modernización de Andalucía, que era un ribete azulado que se quiso poner Chaves en aquel discurso tan estratosférico y escolástico, tiene ya su logotipo y sus burócratas, y ya verán ustedes en qué se queda la cosa.

Los mitos tecnológicos, esa audacia y esa fe de ver ya al país o a la autonomía flotando entre todos los hierros delgadísimos y brillantes del progreso, todo eso, digo, es cosa que vende mucho y viste de viraje y actividad a cualquier equipo de gobierno. Ahí está Bush prometiendo llenar el espacio de láseres y espejos de muerte, de bombarderos galácticos y ojivas flotantes, por despistar a la población más cerril y conquistar la confianza de los trekies (fanáticos de Star Trek, que hay muchos). Chaves vive ahora del humo de reformar el Estatuto (por hacer hermenéutica de la política) y de ese relumbrón de la I+D, Ivestigación y Desarrollo, cuento con el que quiere ponernos a soñar con cabalgar alegremente en Internet y en las radiaciones electromagnéticas, sin ser verdad.

Pero es que Andalucía sigue llena de carretones de yerba y de mobiletes que van a por la bombona, de talabarteros y reparadores de azadones. Comenzado este esplendoroso siglo XXI con estaciones espaciales como hotelitos en la playa y la fiebre interactiva que globaliza el planeta, en Andalucía los pecés dan todavía un feo repelús tecnológico, como de avistar un ovni. Tenemos cifras vergonzosamente endebles en aparatos, en personal conectado a la red, en el movimiento sigiloso de la información derretida en bits. Aquí siguen los mulos arando por horas y sigue la gente quedando en las farolas, que es mucho más castizo que quedar en el chat. Esta cosa del I+D andaluz, por más que nos lo quieran afilar de belleza y modernidad, conociendo lo que ha hecho ese tren de carbón que es el PSOE-A en tantos años, nos suena a cuento. A cuento de marcianos, pero a cuento.

 

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