ZOOM · Luis Miguel Fuentes


Televisiones locales

 

Si la CNN puede transformar un bombardeo en un ballet donde los muertos se hacen la sangre con gasa roja, si Al-Yazira puede convertir a un triste loco que leyó un Corán torcido y atravesado de dinamita en líder del panislamismo, imagínense lo que puede hacer Zarrías con una red de televisiones locales al servicio de la yihad de seguir en el sillón. Otro Canal Sur pero agraviado de multiplicidad y cercanía, otra televisión santa pero enfocando las plazoletas, haciendo héroes de sus maestroescuelas o infieles de los concejales del otro lado. No hay más Dios que Chaves y Zarrías es su profeta, y ahora sus palabras resonarán insistidas y conurbanas en las montañas y en los pueblos a través de todas esas televisiones tan creyentes que planearon entre amigos igual que una excursión.

De la mentira de los medios públicos sólo nos quedaba la hipocresía de la discreción, que no se notara mucho, al menos, la mano que manejaba las redacciones y las parrillas. Pero en el país, Pío Cabanillas pasó de la radiotelevisión pública a la portavocía, y en la autonomía, Rafael Camacho de la portavocía a la radiotelevisión pública, con lo que la mentira quedó descubierta con todo su canallerío. Este salir del armario debe envalentonar mucho, y por eso el PSOE no tuvo reparos en reunir a sus alcaldes para hablar de la “estrategia en relación con las televisiones locales”, confirmándonos que la concesión de estas emisoras, sean municipales o privadas, seguirá llevando una guía política y que sus telediarios contarán el Evangelio del Partido de la manera más purista y desabrigada. Además, para ilustrar en ese arte de usar la televisión como fusta o adormidera, el PSOE mandó a dos hombres de la Consejería de Presidencia, el secretario general para la Sociedad de la Información y el director general de Comunicación Social, con lo que esta consejería se nos revela, ya sin capas ni embozos, como un auténtico Ministerio de Propaganda.

Uno conoce bastante el submundo de las televisiones locales, pues en mi pueblo, Sanlúcar, sufrimos la que creo fue la primera de España, que montaron unos vendedores de lavadoras para enseñar Cristos, danzas típicas e inauguraciones de asfaltados. Uno ha visto a un asesor de imagen codirigir mañosamente las cámaras y las luces en una entrevista a un alcalde, mientras otro baranda municipal comentaba furioso que “tres segundos dura el locutor” cuando éste se atrevió a hacer preguntas demasiado delicadas. Uno ha visto a los mandas de la tele local haciendo todo tipo de peloteos y alfombrados a los políticos. Uno ha visto, en fin, mucho y variado mamoneo por esos platós de barriada, y eso que todavía no estaba en marcha el plan de Zarrías para tener televisiones como trajes de chaqueta, así que ahora, ya me dirán.

Ni siquiera les queda el pudor. Con todo el desparpajo del mundo, hacen acopio de radios y televisiones para ir adoctrinando al pueblo desde el engaño de la vecindad, para soltarles el discurso de la Andalucía moderna y feliz, de un progresismo que no progresa, todo entre los desfiles de sus Vírgenes y los conciertos de la banda, que así cala más. Este es el “negocio pujante” al que se refería Zarrías, poner televisiones como sucursales suyas, dominado los valles y las conciencias. Ahora, esta circular del PSOE llamando a planificar sus estrategias para las televisiones locales nos lo aclara. De vergüenza. Pero a ver quién se atreve a poner ley y justicia en este mangoneo, porque a todos, los de un signo u otro, les gusta ver antenas haciéndoles graves reverencias y locutores marchándoles con esa belleza que tienen siempre la unanimidad y la sumisión.

 

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