Luis Miguel Fuentes

9/04/02

REPORTAJE

LABORAL  / ENCIERRO DE PROTESTA

Rota se planta contra el 'patrón' americano


LUIS MIGUEL FUENTES

ROTA.- “La política salarial del personal extranjero en los territorios de ultramar es prescrita por la Oficina de la Secretaría de Defensa en Washington”. Esta prosa imperial gastaba el Comandante de Actividad Naval de Estados Unidos, E.E. Hansen, en un documento del año 80. No se sabe si para Estados Unidos, Rota sigue siendo una de sus posesiones de “ultramar” y los trabajadores locales, “extranjeros”, pero el caso es que entre el personal español de ese portaviones varado que es la base de Rota, la persistente sensación de menosprecio y vasallaje ante los americanos les hace pensar que sí. Dos días antes de la firma del nuevo acuerdo bilateral entre España y Estados Unidos que regulará esa aparcería y esa lealtad virilmente militar que son las bases USA, el Consistorio roteño en pleno y los representantes de los trabajadores se van a encerrar en ese ayuntamiento almenado que es el Castillo de Luna, metáfora de españolidad en piedra, con la presencia cristianísima y bizarra de los Reyes Católicos paseándose todavía por sus pasillos como un abad.

Dos cuestiones les han llevado a la solución última y fraterna del bocadillo, el saco de dormir y la promiscuidad de colchones y calcetines: por un lado, el hecho de que, a pesar de que Rota cede un tercio de su término municipal para la base, el ayuntamiento no recibe ninguna contraprestación económica por ello; y por otro, el problema laboral en sus dos aspectos: la pérdida de poder adquisitivo de sus trabajadores y la falta de un convenio colectivo justo, frenado siempre por las asperezas de los usos militares, que ya se sabe que terminan por no distinguir entre el trabajador civil y el último recluta pelón.

El Ayuntamiento de Rota está numantino y batallador, y en el patio se mezclan trabajadores de la base con policías locales que se suman al ambiente reivindicativo con un folio en el pecho que pide negociación con el alcalde, otro conflicto laboral que aparece, paralelo y aprovechado, a la sombra del encierro. Mientras, los políticos andan tardones y atareados de comisiones en el piso de arriba. El alcalde de Rota, el socialista Domingo Sánchez Rizo, ve de una “lógica objetiva” que las actividades de la base de Rota “paguen sus impuestos”, lo que “aliviaría las arcas del ayuntamiento”. “Rota deja de percibir unos 500 ó 600 millones de pesetas al año”, comenta Sánchez Rizo. Con el encierro, el alcalde se muestra “esperanzado de que el gobierno haga un gesto”.

Y es que el nuevo acuerdo bilateral, con el tema estelar ampliación de la base, llega a la firma y a las palmadas con esos dos grandes problemas sin resolver, a pesar de que el mismo Federico Trillo llegara a asegurar que “la ampliación de la base pasaba por la solución de los problemas laborales”. Son los “flecos” de la negociación de los que habló el ministro Piqué, y a cuyas colganderías también se refirió el presidente Aznar el pasado noviembre, diciendo que “cuando se firmara el tratado quedarían solucionados”. Pero no se han solucionado, y tan sólo queda la promesa vaga y postergada de crear una comisión que estudie el problema en seis meses. Así que en el Ayuntamiento de Rota preparan termos de café y libros gordos de Stephen King para una protesta que no se sienten seguros de que sirva para mucho.

Rafael Chacón, del Comité de Empresa de la base de Rota, explica sus reivindicaciones en el salón que ocuparan durante el encierro, ahora dedicado a una exposición sobre Juan Ramón Jiménez, y en el que han puesto un busto verde del poeta con un estremecedor parecido a Lenin. Rafael Chacón afirma que están “perdiendo poder adquisitivo”, que no tienen un verdadero convenio colectivo, que el anexo 8 del actual tratado bilateral “nos impide tocar cualquier tema de carácter salarial” y que, además, “se han perdido 400 puestos de trabajo desde el 97”. 

Pero lo que más solivianta a los trabajadores de la base de Rota son las singulares condiciones que las bravuras de lo militar y las grandezas de la “seguridad nacional” les imponen. Rafael Chacón muestra el Anexo 8 del tratado del 88 y lee enfadado parte de uno de sus artículos: “Todo acuerdo entre el Ministerio de Defensa y los representantes de los trabajadores estará sujeto al acuerdo previo entre el Ministerio de Defensa y las Fuerzas de EE.UU. La falta de acuerdo en la negociación entre el Ministerio de Defensa y los representantes del personal laboral local, no podrá sometido a arbitraje o decisión judicial”. “O sea, que si no hay acuerdo, a mamar”, dice Chacón.

 “No podemos negociar salarios, ni horas, ni despidos, ellos tienen el derecho de pernada”, se queja Aníbal, que trabaja de cocinero. Los trabajadores de la base se sienten olvidados por el gobierno español, al que acusan de servilismo y de hacer “todo lo que los americanos quieren”. “Nuestra actitud no es contra los americanos, es contra su administración militar y el gobierno de España, que no defiende nuestros intereses”, afirma Rafael Chacón.


 

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