LA BAHIA DEL MAMONEO (BAHIA DE CADIZ)

LA TRAMPA DE ULISES


Televisiones locales

Dice Umbral que el único periodismo es el periodismo escrito, y que lo demás es ruido y detergente. Es que el periodismo tiene en la prensa escrita su origen, su dandismo y sus adargas, desde aquello que ponían en el Foro de Roma con Julio César, y todo lo que ha ido viniendo no ha sido más que una aplicación lenta de cachivaches y nuevas golosinas para los que no sabían leer o, sabiendo, les parecía que eso de trajinar con papeles era una mariconada de poetillas. La radio se hizo para acompañar a los taxistas y la televisión para consolar a las amas de casa, aunque luego les pusieron informativos que venían con una ráfaga de inmediatez y modernidad y crearon lo del periodismo audiovisual, que va de ponerte gente muriendo en directo o de enchufarte las declaraciones de una señora que va a comprar besugo en nochebuena. Así hemos evolucionado hasta llegar, en lo global, al ojo rijoso del Gran Hermano, a la gente mirando a un tío olerse los calcetines, y, en lo cercano, a los coros y danzas de las televisiones locales, al reporterismo de casapuerta y fiestas de la Virgen.

Las televisiones locales son un submundo castrojo de folclore y etnocentrismo donde salen mucho excursiones de la vecindad y discursos de los caciques aborígenes. Pero lo peor, sin duda, es que las televisiones locales suelen nacer con hambre política, con un mullido fondo de armario de intenciones que intentan disimular con anuncios de mercerías y brujas despeinadas y pelis guarras, como hace Tele Sanlúcar en un descuido de los capillitas. Cuando la televisión no es directamente municipal, como pasa con Onda Jerez, tiene que caminar cuidadosa entre las concesiones, licencias y papiros del Ayuntamiento, y al final tenemos al asesor de imagen del alcalde al lado del realizador y unos informativos de prosa devota desarrollando la hermenéutica de los misales del poder, del grato chapoteo de la homogeneidad y la complacencia.

En la Bahía, como en casi todas partes, las televisiones locales cabecean entre el cutrerío y la propaganda servil. Onda Jerez, por ejemplo, tiene fama de Canal Sur del pachequismo, de Nodo del alcaldísimo, y ya le hizo a Arias Cañete salir por ahí amordazado, como un torturado de Pol Pot, exigiendo libertades. Tele Puerto, igualmente, tiene detrás de las cortinas al hermano del alcalde y a un coro riente de amigotes que hacen una televisión arrebujada de topicones y juegos florales. Ahora, Nandía tiene miedo de que Onda Luz TV, que quiere ser la televisión de la Bahía y viene con el cableado de la productora Nivel 5 de Sanlúcar y mucha gente de El Puerto, le estropee los gallardos arbotantes del pensamiento único. Lo demás está entre lo caleti de Canal Cádiz TV y lo pobretón de Antena Bahía.

Hay poca esperanza de cambio, que es fuerte la inercia, aunque se me ocurre que en Tele Sanlúcar podrían hacer algo como el Gran Hermano, encerrar en la casa de Arizón a todo el equipo de gobierno sanluqueño y poner cámaras, por ver cuanto tarda Prats en empezar a rajar de Rodríguez, o por si pillamos a la García Rivero cambiándose de bragas o así. Por darle otra dimensión a esto de las teles de barriada, vamos. Pero mejor, ante tantos pantallazos de vulgaridad, nos quedamos con nuestra prensa escrita, pese al puntapié bajuno que me dieron en su día los chicos de Mallou en Sanlúcar, pese a que alguno, exagerado y revanchista, pusiera verde al Diario de Cádiz aquí mismo hace un par de semanas. Todavía hay mucha diferencia entre tomarse el cafelito leyendo a Paco Rosado 0’7 y tomarse la sopita viendo a la bruja del Canal 47 con mesa camilla y bola, como una Alaska fea. Y que viva la diferencia.

 

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