EL ESPECTRÓGRAFO DE MIRADAS

Luis M. Fuentes

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1/05/99

 Manzanilla, manzanilla.

Eres rayito de sol. Eso dice nuestro himno etílico y algo hortera, para que vamos a negarlo, y así lo toca la "Julián Cerdán" con pasión sanluqueñísima y profusión de vítores y palmas, como si fuera la marcha Radetzky en el concierto de año nuevo. O lo mismo, pero en internacional (que pega mucho para nuestra difusión turística planetaria): "Little apple, little apple", que decían, guasones, unos amiguetes.

La manzanilla forma parte de nuestra sangre (sobre todo en Feria) y de nuestra simbología local, con los langostinitos, la puesta de sol y las carreras de caballos. Nuestra ciudad, abandonada a la miseria de lo palpable y lo real, gusta de contemplar sus símbolos, como banderas de batallas de otros tiempos más gloriosos, como condecoraciones y remembranzas de una aristocracia venida menos, ruinosa y desencantada, evocadora y telarañosa. Cuando las infraestructuras, el empleo, la economía y la honradez política andan descalabradas, un elogio oportuno a nuestros símbolos vivifica el entusiasmo y gana votos.

Eso debió de parecerle al alcalde cuando, hace poco, en la presentación del cartel y la portada de nuestra sacrosanta Feria (otro símbolo, otra bandera) soltó una homilía manzanillera, pletórica de gestos contundentes y el inevitable crescendo en las frases más impactantes, como en los pregones de Semana Santa (otro símbolo, otra bandera). Un alegato que, aun con cierta razón, más que oportuno resultó esta vez oportunista y descaradamente forzado. Pero lo hizo con vista, porque tanto el cartel como la portada (llenos también de símbolos y banderas —el cartel definitivamente cateto) predisponían el ambiente para esa exaltación localista entreverada de precampaña que tanto gusta a los políticos, aprovechando el fragor de las cámaras y los reporteros.

Nuestra manzanilla está de moda, se vende bien fuera. En Sevilla y más allá hace furor ese rebujito desleído y albino de mezclar manzanilla con sevená y hielo, como un cubata pero en regional y en vitivinícola (qué poco se parece este rebujito a un vasito de Gabriela bien fresquito ancá la Juli). El resultado, molón, juvenil y muy de movida, pero que, eso sí, no sabe ni a manzanilla ni a sevená ni a todo lo contrario, rebaja la sana y ceremonial tajada de feria, lo beben las niñas con más alegría y menos apuro, pero claro, da más ganas de mear, cosa que en una feria es terrible, más en la nuestra, donde mear es una aventura que corta el punto, nos pierde de la pandilla y provoca malos ratos y desasosiegos de vejigas a punto de reventar cuando nos encontramos al jefe con la familia o al tío de la novia, y a uno le da cosa dejarlos con la palabra en la boca y el platito de jamón con picos revenidos en la mano.

La manzanilla sube, y en Jerez están mosqueados. Tanto que el Consejo Regulador nos han echado una bronca por remarcar en una campaña publicitaria las diferencias de nuestro caldo con el de Pacheco City. Ya saben que nuestra manzanilla conserva la flor todo el año (la manzanilla "está viva", dice mi padre, muy curtido en albarizas y cepas) y en el fino de Jerez se pierde bastante pronto, en su crianza algo más acelerada. La verdad duele, es cierto, y, ya que no se pueden cabrear con su clima y su forma de producción, se cabrean con nosotros, o sea, una pelotera como los niños chicos. No cabe la menor duda de que en el Consejo Regulador nos dejan estar con malas ganas. El Consejo está hecho para y por Jerez, sus intereses y sus señoritos (señoritos que ahora son adoptados, advenedizos y multinacionales, la mayoría), y la manzanilla sigue siendo un convidado molesto aunque inevitable, como un pariente un poco coñazo que se nos cuela en casa.

La manzanilla, su causa justa y santa, será muy utilizada en la campaña, ténganlo por seguro. Ya nuestro alcalde Sol se dejó caer aprovechando aquel acto público para su amago de mitin, y, cuando el PP deje de hacer fiestas de barrio a las que no va nadie y Prats tome el micrófono para hacernos reír con su demagogia chusquera (un Prats cuya fama rebasa ya nuestras lindes y al que en una conocida revista satírica digital de ámbito provincial calificaban esta semana de "mas bruto que un tractor con cinco marchas"), entonces, digo, le darán también el correspondiente sobón a la cruzada por nuestro vinito (huy, huy, me doy cuenta de que seguramente se mosquearán otra vez conmigo los del PA y me volverá a contestar la señorita Rivero, mirando mucho por su tío y por sus papas, claro; qué se le va a hacer). En fin, defender una bandera gloriosa para la muchedumbre, ya se sabe, siempre queda heroico y apetecible y muy rentable en votos. Sea la bandera que sea.

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