Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

30 de enero de 2005


Vacaciones en Fitur. Con paisajes de agua mineral, con playas de Porcelanosa, con maniquíes esquiando, con azafatas de jacuzzi, con concejales borrachos, Fitur es la copa con sombrilla de la casta municipal y el casino gratis en que confluye toda la burocracia cateta que ya ha ido pidiendo whisky en el Ave. Fitur, la fruta de plástico del negocio turístico, cajoncitos del mundo con los precios puestos, debería ser el solárium donde los profesionales buscan en su temperatura destinos y clientes, pero más que eso es una gran juerga con collares de cocos que le regalamos a nuestros prebostes, días en que arden las tarjetas y las fotos de las esposas. Andalucía, que es grande en turismo, se vacía de políticos y mamandurrias del archivo municipal, pues para estas vacaciones pagadas el alcalde lleva secretaria y barbero, y los concejales también, y todos han hecho la maleta con muchos calzoncillos. Los políticos no pintan nada en el negocio y sirven de poca promoción porque no son Antonio Banderas, pero les entra una gran picazón de representatividad y allí van, al gratis total, como a una gran piscina con Esteso y Pajares y Paco Martínez Soria esperándoles. Casi igual de triste resulta la manera en que nuestra televisión pública nos retrata la cosa. Vean Canal Sur y entenderán que, en realidad, en Fitur está nuestro futuro y nuestra fama, con toda Andalucía subastada, y que todo eso y el que no nos borren de los mapas depende de que esté Paulino Plata en su sitio como una estatua en su fuente. El turismo es la industria de los que no tienen industria, y por eso Andalucía lo tiene que echar todo en Fitur y sus políticos deben alternar hasta caer extenuados en un puff. Para nada, porque al final la imagen que queda, como nos enseña Contraportada, es la de Isabel Pantoja con uno o varios de sus novios bigotudos, que no sabemos si contrarresta o acrecienta la otra publicidad que significó la presencia de Marisol Yagüe, alcaldesa zurcidora de Marbella, en el debate de TVE sobre las mafias. Pobre imagen la de nuestra tierra, sus políticos fondones, sus folclóricas desencamadas. Tan pobre como la que dan los mismos programas de Canal Sur que nos enseñan Fitur como un sitio donde Andalucía presenta sus muslazos, cuando los presentadores dicen cosas como “cederrún” o “Juegos Olímpicos del Mediterráneo”, inventándose lo de olímpico. Esa es nuestra verdadera fama. Los políticos de despedida de soltero en Fitur no nos traen más que su colesterol y sus facturones.


Europa a debate. Parecía que se habían equivocado, que les había pillado el día con fiebre o que alguien había secuestrado el plató como un avión. Fíjense a lo que nos tienen acostumbrados que un debate serio en Canal Sur parece hecho como a punta de pistola de otros. El debate no lo conducía Rafael Cremades, que sólo sabe moderar mercerías, sino Carlos María Ruíz, de los informativos. Y no se tiraban mendrugos de un lado a otro del decorado, ni estaban Jorge Cadaval ni Máximo Valverde, sino catedráticos, profesores de derecho constitucional, sociólogos, todos como marcianos de un planeta lejanísimo de gente que piensa, pues hay un mundo de gente que piensa aunque nunca salga en Canal Sur. El primero de los debates sobre la Constitución Europea trajo análisis, argumentos, seriedad, y fue como si nos dieran frutas exóticas entre las castañas habituales, o un certificado de mayoría de edad que dura un par de horas. Estuvo, eso sí, un poco descompensado. Ganaba por 4-2 el sí a la Constitución, que a algunos les parece que es como un sí a la Novena de Beethoven. En realidad, Europa es una tienda de mercaderes que huele más a camello que a ciudadanía, y donde la traducción simultánea todavía no hace patria sino burocracia. Esta Constitución es una lista de paquetería a la que le han puesto una pasta azul de sentimentalidad y sinfonismo, pero también puede mirarse como el proyecto poco cocinado de una Europa que debe encontrar la manera de hacer contrapeso al Imperio. Todas estas posturas quedaron bastante bien reflejadas, aunque fueron totalmente prescindibles, como siempre, las opiniones de la calle, demótica al tuntún. Un saludable cambio, de cualquier modo. Deberían secuestrar el plató más a menudo.


N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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