Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

22 de mayo de 2005



El sexo de los muertos. Las folclóricas muertas o vivas, sus amantes por dinero o por sus muslazos, entre el culebrón y el lorquianismo, han vuelto a la televisión haciendo troupe. Otra vez la Andalucía de los puñales y de los bajos, de la pasión y las candelás, que gusta tanto por ahí, y hace babear a las cadenas. La vida sexual de los muertos les parece a algunos morbosa como la de reyes o la de monjas. A Lola Flores, esa artista total, ese genio que hervía, esa morenez eléctrica y esos ojos de fuego griego, le andan removiendo ahora su tumba de guapa y de mito, por un amante que ha salido, después de muchos años, reivindicando la tragedia o el parné, un tal Antonio Carrasco, que fue un guapo que ahora parece un feo de Curro Jiménez y que sale llorando como lloran los gitanos por entierros o por amores. Las carnes morenas de la gran Lola Flores vivieron más o menos, vivieron cómo quisieron en todo caso, y de Manolo Caracol al último guitarrista, cualquiera se hubiera rendido ante semejante mujer. El desenterramiento de Lola Flores para estos menesteres nos da mucha tristeza. El que a cuenta de esos pelos de alcoba revivan otras folclóricas de sus baúles, para defenderla o vengarse, que salgan mucho Encarnita Polo o Carmen Sevilla, que hace poco le dijo a Lolita que todos los hijos de la Faraona tenían sus mismos “gérmenes”, eso, digo, lo que da es un poco de vergüenza.

Redención por la física. Eduardo Punset, niño como fascinado por una playa de moléculas, por las burbujas de la luz, por ese rompecabezas de caracolas que es la ciencia, hace en la habitación más blanca de la tele una divulgación científica que a lo mejor es yoga. Redes es un programa como sumergido en luz polarizada donde la ciencia se hace lenta, hablada, respirada o puede que fumada en una pipa de agua. A Punset es cierto que se le va de vez en cuando la olla, tiene tendencia como a contar las patitas metafísicas que le pueden salir a la ciencia, pero su programa es, además de todo un estilo, una lago paseado por sabios, preguntas, misterios, vértigos, uno de los pocos espacios televisivos en los que todavía se puede aprender. Y allí, haciéndole por fin el contrapunto al portero de Aquí no hay quien viva, a las Son de sol que posaron por Rusia como en una cinta de Abba, a todos los carretones, ollas de garbanzos, macarenismos, pies descalzos y bailones que la televisión nos pone, allí, decía, la voz lúcida, el hermoso acento andaluz del profesor Manuel Lozano, catedrático de física atómica de la Universidad de Sevilla, contándonos, como un cuento con duendes en los espejos, las simetrías y asimetrías del Universo, el pestañeo que decidió, como en medio de una duda, la existencia. Manuel Lozano, físico nuclear, novelista, amante de los caballos, andaluz que habla de la ciencia sonriendo o tocando una celesta, nos redimía por unos minutos de Eurovisión y de Los del Río, entre luces azules o brillos de iridio, con sus peonzas subatómicas, como desde el frigorífico amable donde aún vive la inteligencia.

Basura. Veo que las bolsas de basura que deja la huelga de funcionarios municipales de Sanlúcar llegan hasta la tele nacional, y es que parece que de mi pueblo sólo trasciende lo apestoso. Para dar tantas moscas, en Sanlúcar se han juntado unos funcionarios que tiran a brutos con una situación económica del Ayuntamiento cercana a la ruina, herencia de un equipo de gobierno sospechoso y rarito. Y ustedes juzgarán: un PP con mayoría absoluta que, sin embargo, pacta con un partido independiente, Alternativa Sanluqueña (dos ediles), cuyo número uno, José Luis Cuevas, fue mano derecha de Agustín Cuevas, el Muñeco Diabólico, ex alcalde imputado por aquel pringoso intento de soborno. Extraño, ¿no? Pues este draculiano José Luis Cuevas llega nada menos que a teniente de alcalde y a delgado de Economía y Hacienda. ¿A cambio de qué, de qué contactos, información, contraprestaciones? Un equipo de gobierno, además, en el que se pavonea muy digno y tieso otro que salió un día de un bar manifestando su intención de no dejar la política hasta haberse llenado los bolsillos. Lo menos sucio de mi pueblo quizá son esas bolsas de basura. Buena comida para ratas hay allí.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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