Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

5 de junio de 2005



¿Buen rollito? La buena onda de la tarde, programa que presenta con ojos de susto Alicia Senovilla en Antena 3, parece que ha cogido el nombre del eslogan de Cándida Martínez, consejera del buen rollito, hada del mundo de la piruleta que se coló en la Junta para acariciar margaritas. Pero el programa tiene poco de eso y mucho de miserias y cuchilladas, como también ocurre en nuestra educación aunque a la consejera la violencia escolar le parezca un Barrio Sésamo en el que sale de vez en cuando una navaja, que eso no es un problema sino algo muy igualitario y anecdótico. Contradiciendo el nombre del programa y el caramelo en el que se baña nuestra consejera, María, chica malagueña de 15 años, llora aterrorizada, habla balanceándose como los autistas y los idos, le falta sólo adoptar posición fetal ante la cámara. Sufre eso que algunos catastrofistas llaman acoso escolar y la consejera seguramente llamaría un corro de la patata exagerado y un juego de la comba hecho con la pitón de una moto en su cabeza. Empujada por las escaleras, escupida por filas dobles de compañeros en el pasillo, amenazada de muerte por el móvil (“te tengo que matar, hija de puta, guarra”, se escuchaba), salvajemente agredida con cadenas hasta perder el conocimiento en un centro comercial lleno de testigos... A esta chica que se ha llevado seis meses sin salir de su casa por el pánico, tendría que mandarle doña Cándida el manual de su marido, ea, que seguro que se solucionaba todo. A ella, a la madre que en el plató afirmaba desconsolada “sé que a mi hija la van a matar”, y también a las pequeñas alimañas que frente a la cámara oculta contaban que “la tonta ésa de María está loca”, y a ese sádico alevín en chándal que tenía la desfachatez de confesar, tocándose la barriga o los huevos, que si le dicen que la van a matar es sólo “para asustarla”. A todos ellos, y al director y al jefe de estudios del instituto La colina, que no quieren recibir ni a la madre ni a la hija, mandarles ese lujoso texto escrito en las alcobas de la consejera, antes de que les tengan que enviar la autopsia de la pobre María, “muerta ya en vida” según su madre, chica que tiembla como los inocentes, humillada, chocada, hundida. A todos, pero más que nada a los tontos de los dossieres, a los imbéciles curriculares que diseñan nuestra educación, mandarles ese manual junto con el espeluznante reportaje de Antena 3, por si sucumben en un ataque justiciero de cinismo o de vergüenza. Los colegios que dan fracasados, suicidas y navajeros, quién los ha hecho así y cómo lo hemos consentido. En la cama de doña Cándida se escriben prólogos recíprocos como un bigliettino entre amantes dieciochescos, y en la aulas su “buen rollito” salpica sangre y da muertos presentes o futuros. Dormirán tranquilos, seguro, porque ya habrán encontrado alguna palabra polisílaba para el engendro en el que han convertido la educación. Con eso, ya no se les aparecen fantasmas de jóvenes ahorcados en la noche matrimonial y progre.


Cultura porno. Carmen Calvo en el guiñol de Canal + es el referente ñoño de lo andaluz que ha ido sustituyendo a Jesulín, pues más juego que el analfabetismo plano del de Ubrique dan la ignorancia cursi y el cultismo pretencioso y sin fundamento que nos deja la ministra que romanizó a Pixie y Dixie. Carmen Calvo sale siempre como recitando el ceceo y confundiendo la cultura con recortables, mariposas o vuelcos de su corazón sensible y madrero. Si la cultura para los socialistas puede ser un kit de Nenuco para los bebés, no es de extrañar que los guasones del guiñol nos hicieran creíble el otro día la elegía de Carmen Calvo por la pérdida que para el mundo cultural español representa la retirada de Nacho Vidal, hombre pistón cuyo nombre quedará junto a los más “grandes” de la industria porno, Rocco Siffredi, Peter North o el asqueroso Ron Jeremy. “Una pérdida muy grande, desde luego”, decía el guiñol de la ministra, conteniendo los suspiros. Breve y atinada broma que nos retrata la cultura vulgarizada, ternurista y arbitraria que Carmen Calvo representa. Sin Nacho, ya sólo nos queda el porno gonzo, ministra, que eso no tiene ni espiritualidad ni nada, caramba.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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