Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

11 de diciembre de 2005



Tecnópolis. Cuando se quiere hacer un programa sobre ciencia y tecnología pero acaban saliendo carreras de burros y recetas de perol, es que hay poca ciencia a mano o que les interesa otra cosa. La ciencia, que es sentarse a destripar el reloj que forma todo el Universo, no suele caber en los platós, sólo en las cabezas de sus locos y enamorados. Pero menos que en ningún sitio cabe en Tecnópolis, programita que parece un palé o algo de bricolaje y donde la tecnología es el frigorífico de casa (el otro día explicaban dónde poner los yogures), y poco más. No han querido hacer un Redes andaluz, no se trata de la ciencia y la tecnología reveladas en sus maravillas, misterios, espumas, sino en sus vulgaridades, aldeanismos, burocracias. Todo el programa es una propaganda destinada a convencer de que esta Andalucía con un tercio de su población bajo el umbral de la pobreza vive sin embargo en una nave espacial. Cada enchufe les parece digno de un reportaje, cada ordenador lo venden como un acelerador de partículas. Pueblecitos felices (el de la carrera de burros) porque ya tienen página web o gente que parece que ha descubierto por fin cómo programar el vídeo constituyen para este espacio todo el brillo de la ciencia y una revolución de proporciones galácticas. Es un Nodo con un presentador dentífrico, Roberto Sánchez Benítez, como emporrado de felicidad, al que un simple PC (recordemos que el primero de IBM salió en 1981) le produce éxtasis, arrobamientos y vértigos hiperespaciales. Vean el estilo de sus noticias: “La Consejería de Innovación y Ciencia incrementará el próximo año un 25% las acciones encaminadas a desarrollar políticas de investigación y desarrollo...”. O ésta: “Cerca de 600 colegios e institutos han integrado el ordenador en la vida diaria de sus alumnos...”. Lo más interesante dura apenas un minuto y es un profesor de física intentado explicar algo elemental como al público de La Banda. Suelen rematar con alguna entrevista, como la del otro día a Consuelo Berlanga, que no sabemos por qué iba disfrazada de romana. “Y Andalucía, ¿cómo la ves?”, le preguntaba el presentador / vendedor. “Con más dinamismo que nunca, más moderna que nunca, las cosas van para arriba a una velocidad de vértigo”, contestaba ella. Haciendo méritos, ya ven.


Pobres felices. El platillo volante que veían Consuelo Berlanga y Roberto Sánchez Benítez debe de tener una sentina en la que están nuestros pobres como para hacer contraste o pelar las patatas. La Andalucía imparable está por ahí llorosa de cebollas, son nuestros pobres con cacillo, un tercio de los andaluces que extrañamente funcionan sin rayo láser. Antes se decía pobres de solemnidad y ahora se prefiere decir “por debajo del umbral de la pobreza”, como si estuvieran ahí agarrándose a la puerta. Andalucía se ha paseado por todos los informativos en los puestos de la vergüenza, como es ya habitual, con el consuelo de Extremadura como el de un chiquillo todavía más torpe que hay en la clase. Un tercio, nada menos que un tercio de pobres, qué cosecha para el fracaso de unos políticos indolentes y ensoberbecidos. Aun así, en las noticias de Canal Sur se optó por particularizar. Más que en los números en bruto, que pesan demasiado, se enfocaron en la cocina de una señora, triste de arroz blanco, para que pareciera que sólo están ella y su hijo con la talega de pan duro. “La amabilidad del que no tiene nada que perder”, así retrataban de manera navideña y anecdótica a la señora y a su pensión de 400 euros. Y a su hijo, que hace de gorrilla o hace chapuzas, lo sacaron cantando. Para que se vea que hasta los pobres son, a pesar de todo, felices en Andalucía.


6-D. El día de la Constitución, como cada año, trajo el discurso de las mises, que sin embargo sabemos que se odian todas. En Almonte sacaron a niñas vestidas de flamenca a leer sus artículos, para que la Carta Magna no pareciera el circo romano en el que la han convertido los políticos. Chaves salió en los informativos hablando de la belleza de la diferencia, del consenso, de la modernización que representarán las “reformas en marcha”, y contra la “crispación”. Y uno se pregunta cómo es posible que las mismas letras góticas las vean tan diferentes las dos Españas puestas en pie, o es que acaso la Santa Constitución ya es una toalla de bidé para las miserias de unos y otros.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.



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