Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

9 de abril de 2006



Los palacios de cagar. Con cada cajón que se abre, Marbella se va convirtiendo más en un festival de majorettes piratas o en un tocador de folclórica que rebosa, y todo esto, que da mucha risa, sin embargo quizá está despistando de lo fundamental. Con el miró en el cuarto de baño, las escaleras hechas directamente con jirafas y todo el ajuar de Sandokán tirado por la finca, Juan Antonio Roca, especie de sultán con botos, ha conseguido llenar la semana televisiva con el museo de su propia obscenidad y un monaguillismo de lo hortera que ensombrecería cualquier apoteosis de las películas de Bollywood, donde también salen elefantes con velo. A partir de toda esa ferretería, los chistes quedones de Buenafuente o esas gracietas como estornudadas que practica Alfonso Arús salen solas. Pero la gente, que anda esperando que le encuentren ahora a Roca unos calzones de diamantes o un teatro de la ópera para el perrito, el personal que se siente reconfortado por una especie de venganza de clase al constatar que el dinero no puede redimir al que es vulgar, sea un mangante o sean los de Camela; la gente, digo, desviada hacia las piscinas con submarino y a los bidés con cenefa, ya se pregunta menos por qué, cómo, cuándo, y hasta dónde, que es lo que importa. Hay aquí muchos políticos (en Canal Sur se les ve bastante) que con mandar al trapero los tigres y los rascadores de espalda de oro de Roca van a dar por zanjado el asunto, como si todo lo de Marbella hubiera sido cosa de un inquilino loco. A mí cada vez me interesan menos los cuadros que miraba orinando este tiparraco que tenía palacios sólo para cagar, y más esa chaquetilla de dignidad y ley con la que se están vistiendo ahora, para el postre, tantos que apoyaron, consintieron o mecieron el expolio marbellí.


El futuro hipócrita. Se había planteado un debate sobre Marbella, pero los políticos parecían duchados de todo y para las puñaladas sólo dejaron los cubiertos de pescado. En Mejor lo hablamos, Zarrías dirigía la cabeza caliente meneando los bigotes y Mariló Montero salía todavía más guapa para que no se le notase que le habían arrebatado el poder de interrumpir al Gran Urdidor del sociatismo andaluz. Los reproches de la pepera Mari Angeles Muñoz, que Zarrías contestaba a la vez, haciendo como el discanto del que manda, sólo fueron un arranque de gitanería que duró muy poco pues la cosa estaba prevista para “mirar hacia delante”. La moderadora cortaba cuando alguien se centraba en el “pasado”, porque ella lo que quería era hablar del “futuro” como un cumpleaños que queda cerca, y sacaba a muchos reporteros callejeros y a mucho vecino a por el pan, viejo defecto de este programa. “Hemos hecho todo lo que nos permitía la ley”, decía Zarrías, el hombre de las 400 impugnaciones, que suena a muescas de pistolero fardón, y con eso parece que anda muy tranquilo y muy orgulloso. Por lo visto la Junta está aquí para llamar a los timbres o llevar el correo, y no tiene más poder ni voluntad. Como era de esperar, nadie tenía la culpa, ni la Junta dormilona ni el PP que iba de purísimo y no se acordaba de todos los vendecoches del GIL que se pasaron a sus filas. “Sin partidismos”, “imagen de unidad y consenso”, “imperio de la ley”, era la Navidad que traía en eslóganes Zarrías. Pero le quedó más hipócrita que de costumbre, debe de estar perdiendo facultades. Mientras, los espectadores no dejaban de mandar SMS desde toda Andalucía para decir que su pueblo andaba igual o peor que Marbella. Sólo el ecologista Juan Clavero, al teléfono, decía las verdades: que los ayuntamientos están podridos y que no hay partido que no tenga esqueletos o tigres escondidos. El programa ponía la música de Benny Hill con imágenes de albañiles acelerados. Pero la cosa, en realidad, no tiene ya ni puta gracia.


Toca laicismo. Al acercarse la Semana Santa, Canal Sur empieza su particular campaña laicista, que consiste en sacar a bebés nazarenos, niños enfermitos que hacen pasos con jugadores de futbolín o tarritos de inyecciones, y otras ternezas candeleras. Por cierto, a los socialistas tan republicanos y laicos les recuerdo que este 14 de abril cae en Viernes Santo. ¿Se imaginan ese día en Sevilla una manifestación por el laicismo con Monteseirín o Chaves al frente? Vaya, qué mala suerte, es que ese día les toca palio...



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.


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