Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

16 de abril de 2006



El marqués. Un joven marqués de corbata apastelada, traje de cuello tieso, quizá llevando corsé por dentro, ese corsé que llevan algunos como actitud cuando se ponen chaqueta y además se imaginan un bastón. Un joven marqués como peinado con natillas, una dignidad de cancillería que le rebosa por los ojales. Lo entrevistan para las noticias de Cuatro, el Domingo de Ramos en Sevilla. ¿Es realmente un marqués, quizá un embajador? No, es el encargado de las sillas. Sí, en Sevilla tienen un chambelán para vigilar, abastecer, cuadrar las sillas del recorrido de las procesiones, y que también va, como todos, forrado de seda. Es que ese día Sevilla se llena de presuntos marqueses. La Semana Santa de Sevilla entera es una convención de opositores a marqueses. Lo que puede dar de sí esta religión de los humildes...


La Macarena y el género. Con la gente y las esquinas de Andalucía sobredoradas, la Semana Santa ha llenado la televisión como un tumultuoso peplum retransmitido en directo. Canal Sur especialmente, embutido en su particular progresismo pío, nos ha dejado una mezcla de catequesis e informe del tráfico en sus retransmisiones insistentes y repujadas, explicándonos desde una historia de adoquines hasta el significado teológico de las potencias de los Cristos, que no son parte del peinado. ¿Pero cómo narra una tele tan progre las procesiones? Pues haciendo un simpático híbrido del lenguaje capillita y del logsiano, prodigio de adaptación al medio. Por ejemplo, con la Macarena, el locutor recurría a finezas como decir que la Virgen va “repartiendo esperanza”, o que “la mecen para quitarle la pena”, para luego, al referirse a su enigmática expresión, que “no se sabe si llora o sonríe”, regalarnos este hallazgo: “secreto de Giocconda que se llevó a la tumba el autor o autora”. Anda, “autor o autora”. Para que vean que hasta haciendo pregones salvíficos se puede utilizar un lenguaje correctamente paritario en las circunstancias del género, que dirían ellos.


No comment. En las televisiones nacionales no pueden evitar sacar a la Semana Santa andaluza, sobre todo la sevillana, con ese kitsch indígena que gusta tanto por ahí, esa estampa de civilones, morenas con lágrima, barullo como mexicano, vudú barroco, y algo como si al final nos comiésemos al Cristo, que a lo mejor pasa, no sé. Sevilla descolgando por los balcones a sus mitos y los legionarios del Cristo de la Buena Muerte (ay, la espada y el altar, siempre legitimándose el uno al otro) eran el etnicismo en el que se centraban con más morbo. Pero también en las cadenas internacionales nuestra Semana Santa era curiosidad como un eclipse. Euronews utilizaba el viernes la madrugá sevillana para su célebre espacio o interludio No comment, donde, sin palabras, todo queda más espeluznante. Después de un paso de palio incendiado, la imagen con que la cadena europea hermanaba nuestra sagrada Semana Grande era la de unos negros con una chaqueta como dada la vuelta que andaban cantando y danzando ritmos africanos por Jerusalén, como unos Hare Krishna congoleños, ante el pasmo de los soldados israelíes. Es en ese lugar entre el canibalismo, el esperpento y la santería en el que nos colocan, con razón, por ahí fuera.


La innovación de la caballa. No deja de sorprenderme ese engendro de propaganda e infantilismo que se llama Tecnópolis. Roberto Sánchez Benítez es el único presentador que es él mismo un dibujito animado, y por eso da paso a los vídeos como lo haría Súper Ratón y llena el programa de guiños idiotas y felicidad de estar en el recreo. Pero lo peor no es este presentador colocado de gominolas, sino las “innovaciones” que nos saca, incluido un truco para freír mejor las hamburguesas. “Seguimos con más consejos e investigaciones llevadas a cabo aquí –guiño y sonrisita--, en Andalucía”, dice este Ronald McDonald. Pero las innovaciones que siguen son, verbigracia, una fábrica de conservas de caballa o una empresa dedicada a “productos derivados de las castañas”. Toma modernización. Luego, entrevista a las Supremas de Móstoles, vestidas de loro, y les pregunta qué les parece el móvil y si han montado en el AVE. Imposible hacer un programa más pulcramente imbécil.



somoszapping@ono.com


N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.


 [principal] [artículos]