Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

23 de abril de 2006



Menos que nadie. El Estatuto andaluz, con su “realidad nacional” traída como un sombrerito por la primavera, ya ha salido en los informativos nacionales por delante de la crisis de gobierno de Maragall y hasta de los avances, cartonajes y peinados de caballo de la feria sevillana, que es lo que nos correspondía por el cuadrante. Después del bazar marbellí, de la operación Karlos con la Campanario y sus paguitas, esto resulta hasta un avance, que así se enteran de que aquí hacemos política mitológica, pastosa y de hopo tieso igual o mejor que por el norte. La estrategia del PSOE está siendo hábil y va a terminar dejando a la derecha andaluza en el mismo pantano que aquel 28-F, cosa de la que Arenas parece no enterarse. Ese argumento de “por qué algunos quieren que Andalucía sea menos que nadie”, que tiene su punto racial, su punto demagógico y su punto de hipocresía (ya se han encargado ellos de que Andalucía sea bastante menos en casi todo), fue el que más sacó Chaves el otro día, en la radio, ante un Tom Martín Benítez que le preguntaba cantando. En ese juego de espejos que hace Canal Sur Televisión de vez en cuando mirándose las trenzas rubias, sus informativos remitían precisamente a esta entrevista, en la que los malos andaluces quedaban muy fáciles de identificar, como unos afiladores. Las declaraciones del PP, con eso de la unidad indisoluble de España, parecían las de una misa de campaña, que es donde el PSOE les quiere tener. Mal lo llevan. Es como si recitaran ya con la daga clavada, igual que en las óperas. Pero detrás del falso orgullo de una Andalucía equiparándose en banderitas a los grandes, a los ricos, está la realidad de una comunidad pobre y lenta que, con este estatuto “de máximos”, será controlada por la misma casta flojona de siempre con la pinza más grande y la boca más abierta que nunca. Ese es el secreto de toda esta segunda descentralización, y no las naciones ni sus unicornios.


La cantera. Los jóvenes, su lenguaje, sus cancioncillas, su rollete, es algo que Canal Sur cuida siempre como la temperatura para sus orquídeas, pues son los nuevos votantes que hay que ir reconduciendo. Para eso ya montaban conciertos canis en las playas y ahora, además, cuentan con un nuevo programa, Fiesta TV, de Canal 2 Andalucía, que parece un enganche o una continuación de La Banda, tirando ya hacia la edad del pavo. Hasta lo presenta la misma chica, María Espejo, de larga y turbadora niñez adolescente, que vale igual para un concurso de globitos que para el tránsito hacia el botellón y el politono. El programa sale a la calle para preguntar por los cuernos juveniles, presenta videojuegos con mucho mareo o música de moda, instruye en cotilleos de famosos y se rellena con una serie como de un manga místico y con una especie de telenovela mala entre amores de verano y pandilleros noctívagos. No me chocó la complacencia en el ambiente niñato, que ése es al fin y al cabo su target, ni que nuestros jóvenes quedasen siempre montunos o con flojera mental ante las cámaras, que es a lo que nos han acostumbrado; me chocó más la manera de tirar hacia ese lenguaje juntero, segundomodernizador, en el que se notan las intenciones y los jefes: tienen una sección que se llama “el emprendedor de la semana”, digno de Tecnópolis, y en el que veo a uno que hace tatuajes. “El tío se lo ha sabido montar bien”, decían, porque hablan así. Los de Canal Sur sí que se lo montan bien haciendo propaganda y cantera.


El Koala. Salió en Canal 2 Andalucía y luego arrasó en Internet. Es la continuación o el amazacotamiento del agropop de Los chanclas, su disco se llama “Rock rústico de lomo ancho” y cuando vi el clip de “Opá, yo viazé un corrá”, se me caían los lagrimones de la risa. El Koala se llama Jesús Rodríguez y viene en motillo de allá cerca de Gibraltar el Chico, de la Axarquía, con toda la gracia campera arrebañada, y hasta suena bien su guitarreo. Con tanta cera de modernización, El Koala todavía nos recuerda lo que somos: “Yo t'ayúo a arrancá la guzzi, yo t'ayúo a pintá el lanrove, t'ayúo a sacá lah papa, t'ayúo a lo c'aga farta, pero que sepa que, opá, yo viazé un corrá”. Desternillante, pero no exagerado ni caricaturesco: simplemente auténtico. El vídeo es para mandarlo a la Consejería de Innovación, como cura de realidad.




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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.


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