EL Mundo Andalucía

  Somos Zapping
Luis Miguel Fuentes

23 de julio de 2006



Podredumbre noble. Siempre me ha parecido un poco rarita la gente entendida en vinos, que van ellos como con la personalidad perfumada. Le aplican demasiada sensualidad a su afición y eso me hace pensar en carencias freudianas, en que lo tienen como sustitutivo del sexo. Yo esta broma se la gasto mucho a mi colega Pepe Ferrer, que ya sabrán que además de ser un magnífico fotógrafo hace las críticas de vinos en El Caminante, montando en su casa unos rituales como si fuera a desflorar o alquimizar doncellas. A mí me llevó una vez a Jerez a una cata de Château D'Yquem, mítico vino dulce que me decepcionó quizá porque para esos caldos hay que tener un paladar hecho al oro del que uno carece. Eso de la podredumbre noble que me explicaba mi colega sonaba como a vino exprimido de un faraón, pero al beberlo no sentí ni éxtasis ni perlas en la boca. De aquello saqué un par de conclusiones. Primero, que si la gente compra ciertos vinos con nombre de fin de etapa en el Tour, de ciertas añadas que ellos recuerdan como guerras y de precio espeluznante, es simplemente porque pueden. Y luego, que hay muchos vinos que donde quedan bien es en la bodega, como barcos atracados o mujeres que se durmieron desnudas en tu habitación. De todo esto me he acordado al ver en los telediarios la facturita de 855.145 euros en vinos que el hortera de Roca le endosó al ayuntamiento marbellí. En su caso, las carencias freudianas debían de ser gravísimas. Petrus del 79 y Dom Perginon, que es champán de cama de James Bond, para hincharse la personalidad a falta de clase y otras cosas. Luego, seguía la crónica de Telecinco contando que la mitad de los camiones de basura de Marbella están averiados, que no hay ni para abono de las plantas ni para socorristas de las playas. El saqueo ha sido total. La podredumbre de estos mangantes no tenía nada de noble y en las bañeras con Dom Perignon también se tirarían pedos, porque podían.


Sin conciencia. Julián Muñoz, ese hombre que juntaba el bigote con el cinturón y el sobaco con el bolsillo de la cartera, ya está también en la cárcel, con lo que todos los alcaldes de Marbella desde Gil han sido entrullados. “Debe de ser un caso único en el mundo”, decían en Telecinco. Pero la singularidad de Marbella es una tesis que a uno le parece inocente o interesada, pues aunque quizá no la escala, el método ya sabemos que mueve otros muchos ayuntamientos, por no decir todos. Claro que la vistosidad de los pajarracos marbellíes no tiene parangón. Como su cara dura. El abogado del andalucista Pedro Pérez todavía afirmaba ante las cámaras que su cliente “está tranquilo porque no tiene conciencia de haber realizado nada ilegal”. Más o menos lo mismo venía a decir José María del Nido, defensor de Julían Muñoz, y que en estos trances pone unas poses de consigliere que dan miedo: “[Julián Muñoz se encuentra] como cualquier persona que sin creer que tenga motivos para ingresar en prisión, es enviado a la cárcel”. Pues eso, sin conciencia del mal están estos tiparracos. Igual que otros están sin memoria. En Canal Sur, ya ven, se empeñan mucho en recalcar esos como ataques de dignidad de la Junta y tras lo de Julián Muñoz enseguida sacaron a Chaves mostrando “su satisfacción ante la actuación de la Justicia contra la corrupción en la Costa del Sol”. Un corrupción que ellos nunca vieron en tantos años. Sin memoria y sin conciencia, apañados estamos.


Reflexión. Las noticias narraban el historial de banquillo de Julián Muñoz, los programas del tomate se centraban en Isabel Pantoja como si fuera Doña Jimena y en un especial morboso de Telecinco, Asalto a Marbella, sobreimpresionaban el sufrimiento de madre de Mayte Zaldívar con un anuncio de la película Blade II, una de vampiros como picotazo guasón. El caso es que, por lo penal, por lo cardiovascular o por lo folclórico, la imagen de Marbella volvía a ser arrastrada por las televisiones, para desesperación de sus habitantes, que así lo manifestaban en un reportaje de Telecinco. Sin embargo, un lúcido vecino se atrevió a hacer la gran pregunta: “¿Y quién les ha votado?”. Eso, ¿cuántos de los que ahora llaman a Julián Muñoz chorizo y sinvergüenza le dieron antes la mayoría absoluta? Más reflexión necesita esto que los puñales de virgencita de la Pantoja y que la carta de vinos del neroncillo Roca.



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N.A: Este texto original pudo sufrir variaciones durante el proceso de edición.


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