El Mundo Andalucía

Elecciones 27-M
La urna catódica

Luis Miguel Fuentes

18 de mayo de 2007

El pantojismo político

En la televisión, confundo a los políticos con la Pantoja. Es la turné de los dolientes, los orgullosos y los agraviados, derramándose en los escenarios con tipitos de novia del pueblo. En Madrid, Esperanza Aguirre de chulapa era su guiñol, ése que le vende churros a Gallardón; y Simancas y Sebastián, queriendo ir de Pichis que castigan, parecían niños con babero que ya no cabían ni en su peto ni en su gorra. Pero aquí en Andalucía, también Felipe González, por Huelva, tenía aspecto de su propio tango, y en los pueblos enrejados de micrófonos se cantan cada día coplas que son amores rubios u odios luneros con la Junta. Sin embargo, el tipismo de la política no son los trajes regionales, sino la demagogia. La demagogia se traduce en posturitas y en promesas, quedando las primeras vergonzosas y las segundas odiosas. Así, vimos a Zapatero dedicándole un mitin a una chiquilla con síndrome de Down, a Chaves diciendo que “la igualdad es el motor de nuestra política”, a Rajoy afirmando que “hay que sentirse español”, y a Arenas pidiendo en Almería, bajo un águila bicéfala coronada, “una cruzada para que se lleve a cabo el trasvase del Ebro” (eso dijo el reportero de Canal Sur).

En las promesas de estos días, los pueblitos quedan como Montecarlo, las ciudades como vestíbulos de hoteles y la gente salvada por autobuseros puntuales, paisajes transparentes y viviendas levantadas como por los ángeles que ayudaban a San Isidro, quizá. Y esto, independientemente de la sigla y la ideología, que sabemos que en realidad los ayuntamientos son demasiado pequeños para que quepan las ideologías. Las promesas son las mismas, porque son gratis, y si distinguimos a los partidos es porque unos se levantan contra la molicie del que está y otros avisan del hambre del que quiere llegar, aparte de que se les sigue notando la guerra nacional en la que viven. El PP confía, hasta abusar de ello, en el cabreo y la resistencia de esos españoles “normales” y decentes, un poco anticuarios de España, con los que se identifican. Arenas repite mucho lo de la “prosperidad” de los lugares donde gobierna el PP, pero no se quitan el aire de primarias y en los mítines de Rajoy lo que gritan las niñas pijas con lacia adoración es “presidente, presidente”. El PSOE, por su parte, apuesta más por el chantaje de los ofertones que traerán los gobiernos amigos autonómico y nacional. En el vídeo de su candidato en Cádiz, Rafael “Franquito” Román, sacaban rótulos que decían “hemos conseguido las mayores inversiones” mientras una voz insistía en que “el gobierno de Zapatero y la Junta de Andalucía están volcados en el nuevo puente, etc...”. Pero es que en Marbella son los consejeros de la Junta los que le hacen directamente la campaña a Paulino Plata, que parece sólo un cartero. Urbanismo y corrupción son igualmente mierda de ida y vuelta. Desde el inicio de la campaña, Chaves insiste (lo hizo de nuevo en Ceuta) en que sólo el modelo de desarrollo del PSOE está basado en los “intereses generales” y no en el “beneficio de unos pocos”. Hombre, que todos sabemos ya que en la basura urbanística no hay partido que no haya mojado el sopón, y que Marbella creció bajo la mirada tibia de los socialistas, aunque, eso sí, los exgilistas prefirieron durante una época reacomodarse en el PP. De las facturitas del PSOE sevillano, sin embargo, poco.

Todo esto hace parecer encantador el que IU se conforme con sacar en su vídeo a un tío lavándose los dientes y que el PA sueñe con ser “la tercera vía”, según dijo Julián Álvarez, que no puede desprenderse de ese aire suyo de feo buscando desesperadamente novia en el electorado. Quizá todos hagan algún día política, en vez de pantojismo. En esta campaña, desde luego, no.


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